domingo, 24 de abril de 2011

Baños, cines, saunas, estadios. (Parte veintiocho)

Tercera Parte

“Soy incapaz de escribir un relato cualquiera
a no ser que sienta deseo físico por al menos
uno de mis personajes.”

Tennessee Williams


Final

Todo concluye al fin

La larga sobremesa estaba llegando a su fin. Las historias de Carlos y Raul habían sido las protagonistas estelares de la noche. Habíamos pasado unas cuatro horas de ininterrumpido ejercicio de la memoria.

Al comienzo de la charla, en la pizzería, Carlos y Raul se sorprendían de no haberse conocido en aquellos años. Pero cuando pregunté si con el tiempo, luego de haberse conocido en los mismos territorios elegidos, se formaban grupos de amigos, o si se encontraban fuera del ámbito de las zonas de caza, la respuesta fue negativa. Salvo excepciones, me comentaron. Alguien con quien se establecía un vínculo más cercano, no necesariamente físico; a veces de amistad. Pero era raro. Por lo general, aunque se vieran a diario, durante años, no se relacionaban más allá de ese territorio de placer.

Con el tiempo -supimos también aquella noche-, muchos de los cines del centro de la ciudad de San Pablo que formaron aquel circuito de merodeo por los que circularon tantos y tantos hombres en búsqueda de placer, o tal vez, simplemente compañía, y supieron ser punto de encuentro y lugar de concreción de sueños, fueron cerrando sus puertas y se convirtieron en tristes templos de las iglesias evangélicas, en grandes farmacias o en inexpresivos supermercados.

Cerraban por motivos económicos, mayormente. Otros motivos de la desaparición de algunos lugares fueron, por ejemplo, los incendios, como el del cine Gazetinha da Rua Aurora, aquel donde una loca, que no creía que estuvieran evacuando el lugar, murió quemada por no perder su lugar en la tetera; o el incendio del cine Coral, en el que por suerte no hubo que lamentar víctimas . O cerraban porque los lugares se desmoronaban por falta de mantenimiento, como las molduras de los viejos cines que se caían sobre las cabezas de las locas en pleno puterío, lo que las obligaba a salir corriendo del lugar para salvarse de morir aplastadas.

En lugar de los antiguos circuitos surgieron los nuevos espacios para encuentro de hombres más de acuerdo con la sociedad de consumo. Nuevas generaciones, en busca de placeres, recorren la ciudad, de una nueva manera.

- Nuestra generación,- sostiene Raul, - sigue caminando alrededor de la Vieira de Carvalho, en el Centro, la misma calle, ayer y hoy, y frecuentando el mismo bar, el Caneca de Prata de aquel tiempo.

- O el caneca de lata, y el Bailão, donde en aquellos años funcionó el Homo Sapiens, - completa Carlos.

-Una vez, allá por el año 99, - retoma Raul, - una tarde volví con un amigo, con Nelson, al Lord Byron. La impresión fue fuerte, ver las mismas caras, aquellos jóvenes de ayer, entonces envejecidos, algunos calvos, otros peinando canas, muchos con unos cuantos quilos de más. No fue agradable. Fue ver de repente el inexorable paso del tiempo. Que seguramente a mí también me pasó y me avejentó. Y no me gustó.

(Continuará)

6 comentarios:

Unknown dijo...

Como dice un amigo en un otro sítio: vaya a escribir bien así en la casa del carajo! Me encantan tus relatos!! Y particularmente hoy estoy con mis deseos a la flor de la piel, ay ay... Beso!! :-)

Osofranco dijo...

Gracias Edu!

Qué bueno tener los deseos a flor de piel!

Besos!

Unknown dijo...

Respondendo: claro que com você eu caso! Ou não - topo tudo! E claro que eu te amo e te desejo e te venero! :-) quer fotos do meu pau? não tenho seu email. :)

Osofranco dijo...

Agora você tem...

Beijinhos.

lerman dijo...

hola soy de colombia el chico que le gustan los hombres gordos pasivos gracias soy fernan

Osofranco dijo...

Hola Fernán
Gracias por pasar y comentar.