viernes, 13 de mayo de 2011

EL desafío

El pibe descubrió un secreto que le pesaba como una piedra de molino atada al cuello.

Pero el pibe –por ser pibe- no sabía cómo sacarse ese peso de encima. O no se animaba. O le daba miedo. O era vergüenza. O culpa.

Entonces el pibe decidió que no sería suya la mano que le apretaba como una garra la garganta cada hora, cada día, cada noche, cada atardecer desolado.

Habría un desafío.

En cada escalera que se le atravesara en el camino, él saltaría los últimos escalones hasta el suelo, desde la mayor distancia posible. Si se moría en el intento, es que dios no lo quería como él era. Y sus problemas terminarían. Si se lastimaba o se quebraba algún hueso, es que algo estaba mal, pero no tanto como para merecer la muerte. Si salía ileso, entonces podía comenzar a perdonarse y vivir su vida así como era, tal y cual la había descubierto.

A quien lo había violado a sus nueve años ninguna culpa le pesaba como una piedra de molino atada al cuello.

El pibe primero no entendía que era eso que el otro le hacía. Después de un tiempo no le importaba entender, solo sentir. Y sentía que eso le gustaba. Pero siempre que se lo hacía era a escondidas y estaba también la recomendación que nadie lo sepa; de no contar nada. Entonces ‘eso’, pensó, no debía estar bien. De ahí que, si moría en el desafío de saltar desde lo alto de la escalera, es que dios lo estaba castigando.

Comenzó probando con tres escalones, luego fueron cuatro, después cinco… Toda escalera de su infancia era una señal de que el desafío se renovaba y que él debía enfrentarlo estoicamente.

Cuando era sorprendido por algún adulto de la familia en su temeraria empresa - y ante el espanto y desespero de los que lo veían saltar -, él mentía que estaba jugando a los súper héroes.

Nunca se lastimó, ni quebró hueso alguno, mucho menos murió. Alguien debía estar conforme con lo que él era, si no, se lo habría hecho saber.

Hoy el pibe peina canas hace décadas. Cuenta su historia a algunos pocos y se ríe de sí mismo. No se anima a contarle a todo el mundo que él sobrevivió al desafío y que ese dios en el que no cree no lo mató por ser él lo que es.

En una de esas (si todos supieran), los que sí consiguen matarse en el intento, tendrían una escusa más para no hacerlo.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Secreto de confesión

- Hola Nene.
- Hola, ¿todo bien?
- Todo en orden. ¿Por ahí?
- Bien. Extrañando el fresco del otoño.
- Y el otoño al ver caer sus ojos, llega hasta a mí y me moja con su llovizna gris… - me canta Sergio desde Buenos Aires por Skype.
- No podés cantarme Ginamaría, ¡pelotazo!
- Vos mencionaste el otoño y me vino eso a la memoria. ¿Qué querés? ¿Por qué extrañas el fresco?
- Hoy salí temprano, a eso de las siete y media de la mañana. Y ya hacía 25 grados. Ahí me cayó la ficha que estábamos en medio del otoño y que íbamos a tener otro día de 30 grados…
- Bueno. Acá está fresco.
- Toda mi envidia.
- Si no querés que te hable del tiempo, ¿qué querés? ¿que te hable de política?
- Prefiero.
- Acá siguen gobernando los peronistas. ¿Querés más?
- Estoy al tanto. ¿Y?
- ¿Te parece poco?
- Tan mal no le va al país. ¿No?
- No. Pero son peronistas.
- ¿Y está mal eso?
- Ya sabés. Los peronistas no son ni buenos ni malos.
- Sí, sé. Incorregibles. Decime, ¿estás siguiendo lo de los juicios a los represores?
- Un poco, ¿por?
- No, nada. En estos días leyendo algo de los juicios en Argentina, de todos los represores, torturadores y apropiadores que están siendo condenados; viendo que el tema vuelve a ser noticia en España, por los chicos robados por la dictadura fascista durante el franquismo y que acá también, en Brasil, vuelve el tema con la posibilidad de que se revise lo actuado por la dictadura del 64 -hasta hay una novela en televisión abierta que cuenta sobre los años de represión-, me acordé del cura cuando me contó lo del represor.
- ¿Qué te acordaste? ¿Qué te contó?
- Fue raro. Viste como se dice siempre que en la cama de las putas los tipos siempre cuentan cosas que se supone que son secretos importantes. Bueno, una vez yo (que venga a ser la puta) estaba con el cura, en la cama, después de un buen sexo y me larga así, sin anestesia: que había sido llamado por un tipo para ir a hablar a su casa, que vivía cerca de la parroquia. Ahí el tipo se despacha con que durante la última dictadura había sido parte del aparato represivo. Que había torturado y que sabía de varios chicos apropiados. Y ahora –entonces- estaba muy perturbado.
- ¿Y vos que le dijiste? Te conozco…
- Sí, lo que te imaginás. Que tenía que denunciarlo. Pero igual, aunque accediera a hacerlo, no iba a servir de mucho, ya estaban vigentes las leyes de punto final y obediencia debida. Además, él de ninguna manera iba a violar el secreto de confesión. A pesar de todo, seguía creyendo en que estaba haciendo lo correcto. Aunque parezca mentira hace un par de semanas, en Facebook, un par de trogloditas en un artículo periodístico que posteé sobre chicos robados por la dictadura, comentaron que ellos creían en la teoría de los dos demonios y barbaridades por el estilo. Habrá que esperar que se escriba la verdadera historia, y superar la mentirosa versión de los poderosos que siempre quieren cambiar la historia para que les juegue a favor.
- ¿Te parece que es tan así, Nene?
- Mirá, en el antiguo Egipto, cuando un gobernante caía en desgracia, el que lo sucedía, hacía borrar a martillazos los jeroglíficos que mencionaban el paso del depuesto. De ahí en adelante, imaginate. ¿Te acordás de cuando en Argentina no se podía hablar del “tirano prófugo” o a Evita se la llamaba “esa mujer”? ¿Y de Garzón te acordás? El juez español que sentó en el banquillo al hijo de puta de Pinochet. Ahora él es el juzgado por meterse con la guerra civil española, el franquismo, las desapariciones y el robo de chicos…
- Nene, ¿no será mejor dejar todo eso para atrás?
- No. Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla. Y tanto en Argentina, Brasil, España o donde sea, los que violan las leyes de la democracia, los torturadores, desaparecedores y apropiadores de chicos tienen que ser desenmascarados, juzgados y condenados, aunque sean los dueños del poder, como la Herrera de Noble de Clarín.
- Bueno Nene. Te dejo. Hoy estás para el discurso de barricada.
- ¿Te parece? Y yo que ya estaba por empezar a cantar “El pueblo unido jamás será vencido”, versión Quilapayún: De pie, cantar, que vamos a triunfar. Avanzan ya banderas de unidad…
- Chau Nene.
- ¿Tenés que cortar? Justo ahora que te iba a hablar de la Trile A de Argentina, del Comando de Caza a los Comunistas de Brasil y del Grupo Antiterrorista de Liberación de España …
- Cuidate.
- Beso.