lunes, 23 de agosto de 2010

De paseo por Belo Horizonte

Viajar siempre hace bien. Nos permite comprobar que la historia y la cultura se pueden leer transversalmente.
Raul, mi marido, tuvo que dar un curso en Belo Horizonte y aproveché y viajé con él para conocer la ciudad, sus alrededores y la gente de la zona.
La primera información que me pasó Raul, cuando estábamos llegando y desde el cielo se imponía la belleza de la floresta minera, no me agradó. El bonito aeropuerto de Confins, en las afueras de Belo Horizonte (proyecto de Oscar Niemeyer, casi omnipresente en la zona), está construido sobre, quizás, la más importante reserva arqueológica de Brasil y, además, para concretarlo, el gobierno militar que lo impulsó, destruyó una parte de la floresta del lugar, todo sin necesidad. Si esta fuera una crónica histórica ahora debiera repudiar todos los gobiernos militares que hemos padecido en América Latina y sus acciones nefastas.
Llegamos casi de noche y fuimos directamente a cenar con amigos, Osos del lugar, a un boteco bien popular del barrio de Santa Teresa, llamado El Bolão, pedí el plato especial (feijão tropeiro, arroz, carne, huevos, espagueti con boloñesa, papas fritas) y si esta fuera una crónica culinaria, le daría a la comida nota diez, además, el precio súper económico, la atención amable y el lugar, discretamente arreglado.
Lo que me llamó la atención de la ambientación, mientras la concurrencia local no quitaba la mirada de la pantalla donde el Atlético Minero enfrentaba un equipo de Bahía, fue una réplica de la foto del "muerto que no para de nacer" -como canta el grupo de rock argentino Bersuilt Vergarabat- aquella foto de 1960 en que el cubano Alberto Korda inmortalizó con el titulo de Guerrillero Heroico al argentino Ernesto "Che" Guevara.

Reservas arqueológicas, floresta, Oscar Niemeyer, golpes militares, comida minera, fútbol, Alberto Korda, el Che.

Al día siguiente, Raul fue a dar su curso. Yo pude acompañar a uno de los amigos que generosamente nos hospedaron en su casa a sus clases de música y canto. Nueva sorpresa: uno de los coros que dirige se prepara para participar de un encuentro coral en Chile y, entre otras canciones, ensayan una con letra del uruguayo Mario Benedetti y música del argentino Alberto Favero, quien nació en La Plata. ¿Todo tiene que ver con todo? Parece que sí. Belo Horizonte está diseñada sobre el plano de la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. Ambas ciudades son una muestra del proyecto euro centrista de los seguidores positivistas del filósofo Augusto Comte, de fines del siglo XIX. También el coro prepara Alfonsina y el mar, zamba de los argentinos Félix Luna y Ariel Ramírez, y entre los demás autores y compositores estaban los nombres de los chilenos Gabriela Mistral y Chito Faro, de los Brasileros Heitor Vila-Lobos, Ary Barroso, Vinicius de Moraes y Edu Lobo, más canciones venezolanas y peruanas y la inefable Adiós Nonino del maestro Astor Piazzola. Si esta fuera una crónica de música, celebraría que el cancionero popular latinoamericano sea tan rico y prolífico, y por suerte esté vivo.
Por la noche cenamos en el coqueto barrio de Savassi, en el restaurant Casa dos Contos. Una vez más pedí platos locales: lombo, tutu, arroz, linguiça acebollada, torresmo crocante. La comida, una vez más, obtuvo un diez, la atención súper profesional, el ambiente -en una típica casa minera, engalanada con una muestra de pinturas- agradable, el precio, un poco más caro, pero vale la pena.

Mario Benedetti, Alberto Favero, ciudades gemelas, ideología euro centrista, Augusto Comte, Heitor Vila-Lobos, Gabriela Mistral, Vinicius, Astor Piazzola, comida minera.

El tercer día fuimos en grupo osuno a Ouro Preto, que fuera a mediados del siglo XVIII la ciudad más poblada de todas las Américas y la más rica del mundo. ¿Qué pasó? Hoy tiene cien mil habitantes y si bien no es pobre, toda su riqueza fue robada de ella, hablamos del oro que, pasando sin detenerse por Portugal, terminó en los bancos ingleses y financió la revolución industrial del siglo XVIII, mismo destino que la plata de Potosí, en Bolivia, que pasó sin detenerse por España y enriqueció al resto de Europa. Otro destino común de Latinoamérica: ser robados por los países del norte. Visitamos allí museos, iglesias, desandamos sus calles empinadas. Terminamos la recorrida en la iglesia de San Francisco de Asís, obra cumbre de Aleijadinho, arquitecto y escultor del barroco minero, que se adelantó a su tiempo. Sus vírgenes, santos y ángeles con rasgos de la población negra, son para no olvidar.
Almorzamos en Acaso 85, una casa increíble que, lamentablemente, los empleados no pudieron decirnos que fue en su origen. A algunos nos pareció una senzala, pero luego coincidimos que debió ser una casa de gente de mucho recurso económico, con un jardín interior de fábula y varios niveles en descenso desde los que se podía disfrutar de una vista del valle inigualable. Más comida minera (pastel de angú relleno con carne seca, farofa de couve, entre otros platos ya conocidos), a buen precio y con excelente atención.
El trayecto, desde Belo Horizonte a Ouro preto y viceversa, sucesión de paisajes de sierras y lagunas salpicados de pequeñas poblaciones, es un regalo para los ojos. Todo el conjunto me recordó a la provincia de Córdoba, en la República Argentina.
Por la noche fuimos a una fiesta de los Osos de Minas Gerais, en el local de Estación 2000. Allí una nueva sorpresa, entre los coordinadores del evento estaba un amigo argentino, que fuera socio del club de Osos de Buenos Aires, ahora, viviendo en Belo Horizonte hace seis años con su Oso cearense de origen y minero de adopción. Pude, en la charla con ellos, conocer el desarrollo y el presente del grupo de Osos del lugar.
De ahí nos fuimos –una vez más en alegre grupo de Osos- a Hi Fi, un boteco que, según comentaron los lugareños, desde hace décadas es un punto de encuentro gay, característico por el agitado clima que crean los parroquianos en su vereda. Muy ricos platos (linguiça con mandioca, por ejemplo) con muy buenos precios y una atención acorde a la fama del lugar. Allí nos encontramos con un simpático Oso, de poco más de cincuenta años, que llevaba bebidas varias cervezas, y que con un desparpajo poco común, se acercaba a nuestra mesa al ritmo de “rebolation”.

Ouro Preto, revolución industrial, saqueo europeo, Aleijadinho, ángeles negros, encuentro de Osos, Hi Fi, rebolation.

También dio el tiempo para conocer la ciudad, sus barrios más característicos como Savassi de día, Funcionarios, Lourdes, la plaza de la Libertad y sus imponentes palacios eclécticos, los edificios art decó, neo colonial y neo clásico junto a la arquitectura moderna de Niemeyer, las iglesias neogóticas, el soberbio parque, el efervescente centro de la ciudad, la flamante ciudad administrativa. Si esta fuera una crónica sobre arquitectura, debiera señalar que Belo Horizonte tiene un perfecto muestrario de estilos y una equilibrada combinación de ellos.
Un párrafo aparte merece la Pampulha, que con su lago con chafariz y en su contorno las obras diseñadas por Oscar Niemeyer en los años cuarenta, me deparaba un par de sorpresas más. Una, el Museo de arte, donde en el jardín de la entrada hay frases de distintos autores, como florecidas entre las plantas: frases de Carlos Drummond de Andrade, Fernando Pessoa, Ricardo Reis (heterónimo de F. Pessoa), y entre ellas encontré una del -una vez más - argentino Julio Cortázar. Y dos, la característica capilla de San Francisco de Asís: allí estaba el coro de nuestro amigo Oso-minero que, vestidos todos de negro, azul y blanco, hacían las fotos para el encuentro en Chile; antes de separarse, al terminar las fotos, ensayaron algunas obras para las personas que se habían ido reuniendo en torno al curioso grupo y para el final, el director, hizo interpretar una vez más Adiós Nonino, en homenaje a la presencia de este argentino que escribe.
Esa noche cenamos –una decena de Osos- en Donna Margherita, un pizza libre del barrio de Funcionarios que, con su horno a leña, ganó un diez en calidad, servicio y precio. La charla, todo el tiempo muy animada, poco a poco fue derivando en historias de sauna que otro día contaré.

Arquitectura ecléctica, art decó, neo gótica, moderna; Pampulha, Drummond de Andrade, heterónimos, Julio Cortázar, Adiós Nonino, pizza, historias de sauna.

Para el día de la despedida quedó visitar la feria de artesanías y comidas típicas de la Avenida Alfonso Pena, con su punto de encuentro para la comunidad Lgbt. Los mineros dicen que es la feria más grande a cielo abierto del mundo, yo puedo afirmar que vi la mayor concentración de Osos, lesbianas, gays fashion y travestis por metro cuadrado en una feria al aire libre. Almorzamos en Cozinha de Minas, en el barrio de Funcionarios, y una vez más lo comida minera (bolinhos de feijão, por ejemplo; y un dulce de leche exquisito) siguió mostrando su variedad y obteniendo un nuevo diez en cocina, atención y precio. Por la tarde fuimos a conocer Mangabeiras, su parque, su coqueto barrio y desde el mirante ver toda la ciudad y detrás de ella, las elevaciones naturales recortándose contra el cielo.
Dicen los mineros de sí mismos que su modo de ser es tener un ojo en la modernidad y otro en la tradición. Por suerte lo pude comprobar. Y fuimos -con Raul- bendecidos por la cálida hospitalidad de los mineros, en este caso queribles Ositos, que nos abrieron su casa y nos acompañaron en la recorrida de estos días de –para mí- descubrir una de las ciudades más interesantes de Brasil. Si esta fuera una crónica sobre comportamiento osuno, los Osos de Minas Gerais obtendrían un diez en hospitalidad y camaradería.

Nuestro destino común latinoamericano de similares tragedias y gloriosos representantes de la historia y la cultura. Un amable grupo de Osos que fue nuestro marco de contención todo el tiempo.

lunes, 9 de agosto de 2010

La vida es sueño

En mi sueño, durante el tiempo que me requería escribir esta crónica, yo era Diego Trerotola , y lo era para poder escribir como los dioses – como solo él sabe hacerlo- sobre Jorge Luis Borges y el cine . Pero yo no sabía que, en realidad, estábamos en el sueño de Raul –el hombre de mis sueños- donde Diego y yo nos confundíamos en uno, para su placer y alegría.
Fuimos el sábado por la noche, con Raul, a ver Inception (El Origen), la nueva película de Leonardo Di Caprio (¿o debo decir la nueva película de Christopher Nolan?), porque el grupo más lindo de Osos de Río de Janeiro se juntaba para verla el día siguiente al estreno y no quisimos privarnos de ese privilegio. Yo sabía que a Raul difícilmente le gustaría y no estaba muy seguro que a mí me convencería, pero ser parte de la manada de Osos que irrumpen en el cine del shopping de Botafogo, era una tentación muy grande, y allí estuvimos.
Solo sabía sobre el filme lo que el tráiler mostraba: que algo sucedía en sueños. No estaba preparado para ser testigo de un robo tan descarado. Porque si alguien menciona a un hombre que es soñado por otro y que éste a su vez es soñado, nadie duda en citar Las ruinas circulares de Jorge Luis Borges (Ficciones, 1944). La primera escena del film nos muestra a Di Caprio solo en una playa, sin que sepamos cómo llegó allí. El cuento mentado comienza con la frase: Nadie lo vio desembarcar… ¿Coincidencia? De ninguna manera. Toda la película es una sucesión de imágenes que hacen referencia al cuento en particular y a la obra en general del escritor que durante treinta años fue candidato al nobel de literatura y nunca lo recibió. Y sin embargo, en los créditos, al final de la película, dice “escrita por Christopher Nolan”, ni siquiera decía –parafraseando al popular conductor radial argentino, Mario Pergolini, creador de CQC-,”este es un guión escrito a libro abierto”.
Y el producto en cuestión (la película más promocionada del año) no es otra cosa que una constante cita al escritor que Umberto Eco homenajeó en su primera novela, El nombre de la rosa, dándole el nombre de Jorge Luis al cuidador ciego de la biblioteca laberinto, lugar donde todo lo importante de la novela sucede. La diferencia está en que, mientras Eco es un confeso admirador del polémico poeta ciego, Inception no menciona nunca al escritor. Sin embargo toda la cinta es una sucesión de guiños: O ¿a quién hacemos referencia cuando citamos laberintos, tótems, espejos, sueños dentro de sueños, un hombre que duerme como principal propósito en su vida, etc.? ¿Es casual que el protagonista cuando debe huir elija Buenos Aires como destino?
Tal vez el chiste más divertido del filme sea el del leitmotiv que saca del sueño a los protagonistas: la perfecta voz de Édith Piaf repitiendo que no se arrepiente de nada: “je ne regrette rien”. Posiblemente el verso más popular del maestro sea aquel en que declara: “he cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer, no he sido feliz.” Y claro, Borges no se arrepiente de nada.
La película habla de culpa y como - en el mismo poema- del hijo que decepciona al padre. Por momentos, los parlamentos de la arquitecta contratada para diseñar laberintos (solo aprueba cuando dibuja uno circular, obvio), parecen charlas de psicología de café.
Pero dejemos por un momento a los que sueñan que sueñan. Chistopher Nolan también realiza otros “homenajes”: a la muy buena película de Michel Gondry y Charlie Kaufman, Eternal sunshine of the spotless mind (en eso de sacar o poner cosas en la mente de las personas mientras duermen), a las piruetas de Ethan Hunt, en Mission Impossible; o al James Bond de la saga 007, por ejemplo.
Después de toda esta mezcla rara de Museta y de Mimí, se preguntarán, ¿pero la peli, está buena? Si los sueños están poblados de casas y playas y ciudades, sin situaciones contradictorias, sexuales o surrealistas. Si en los sueños podemos incorporar policías que nos protegen a voluntad, con el entrenamiento necesario. Si la culpa nos paraliza, dentro de los sueños, y no nos deja ser un poco salvajes. Si los personajes te explican todo el tiempo lo que las imágenes muestran. Si el director se creyó que era el hacedor. Si Di Caprio hace de Di Caprio (pero en la última de Scorsese, La isla siniestra,( ¿se acuerdan, la del atormentado que veía todo el tiempo a la mujer y los hijos?). Si no lográs sacar buenas actuaciones de grandes actores. Si…
En el segundo sueño, dentro del primer sueño, Diego me mira de reojo, con cierta vergüenza ajena, por Nolan y su maltrato de las ideas del cuento original y me invita a ver Pink Flamingos. Mientras en la pantalla se suceden situaciones improbables, Raul, que nos sueña, disfruta de un retorcido mundo realmente onírico.