domingo, 25 de abril de 2010

En el Sauna

Ser un Oso tiene sus pros y sus contras, sus beneficios y sus pérdidas. Aunque revertir estas situaciones no parece imposible. Todo depende del ángulo desde donde se mira.

Una tarde - a poco de llegar yo a Río- en el sauna de Leblon, circulando entre la concurrencia, vi un ejemplar de Oso perfecto. Lo miré detenidamente y pensé que podía ser norte americano o del norte de Europa por la contundencia de su tamaño, su cabeza afeitada y el formato de barba. En realidad, era más una expresión de deseo que una apreciación comprobable: en caso de ser americano o europeo mi precario inglés me daría más posibilidades que mi entonces casi nulo portugués, aunque siempre el portuñol estaría allí para auxiliarme. Intenté hacer contacto visual para ver que sucedía, pero él no levantaba la mirada del piso.

Más tarde, cuando ya casi había perdido la esperanza de poder acercarme a él, lo vi dirigirse a la zona de los boxes. Lo seguí, de cerca, para que note mi presencia, en silencio. En cuanto giró sobre sus talones para regresar por donde había venido, lo intercepté y le hablé. Respondió con una sonrisa agradecida a mi comentario sobre su belleza. No era extranjero, estaba de paso en la ciudad, por negocios, se dedica a la publicidad. El portuñol fue suficiente. Mi táctica era mantener la conversación, mi estrategia llevarlo a un box privado y pasar un rato con él.

Al notar que no buscaba excusas para irse de mi lado, directamente le dije que me gustaba mucho y que me gustaría que me acompañe a uno de los privados. Con mucha ternura me tomó de los brazos, acercó su boca a mi oído y dijo: “gracias, pero no sos mi tipo”.

Lo esperaba, no pocas veces un Oso debe escuchar de otro Oso que solo le gustan los cazadores. Tomé nuevamente la iniciativa y argumenté: “te gustan los hombres delgados, ¿no?”.” Y lampiños y bien jóvenes”, terminó él la frase. Tres de tres preferencias que yo no podía satisfacer. Con casi 50 años, más de cien kilos y pelos por doquier, yo no tenía chance. Sin embargo, luego de decir lo suyo, no se alejó. Lo tomé por los contornos de su perfecta panza y hablándole yo ahora al oído, susurré: “es sencillo, cerrá los ojos e imaginate que soy delgado, lampiño y de unos 22 años”. Se rió con ganas. Yo, sin reírme, lo miré fijo e insistí: “en serio, es sencillo”, afirmé mientras lo tomaba de la mano y lo conducía a una cabina. “Sos insistidor”, fue su única defensa.” Vos no hagas nada, solo sacate la toalla y dejame a mi”, propuse. Pensé que no aceptaría, pero, riéndose aún, entró conmigo al privado.

Se sacó la toalla, se acostó y cerró los ojos. Para decirlo como una imagen del futbol, soy un jugador de toda la cancha y se lo fui demostrando sobre su imponente humanidad. La enérgica respuesta de su cuerpo demostró que no lo estaba pasando mal.

Un buen tiempo después, ya cambiándonos para irnos, propuse que si volvía por la ciudad no dejara de avisar. Con mi número de teléfono agendado -y riéndose él aún- nos despedimos.

domingo, 18 de abril de 2010

Un consejo

En mi vida anterior, la que viví dentro del armario hasta casi los cuarenta, durante años jugué al fútbol los sábados por la tarde con un grupo de amigos de lo más heterogéneo: un profesor de historia, un estudiante de periodismo, un plomero, un profesor de física, un chofer de ambulancia, un profesor de educación física, un veterinario, un policía, etc., etc.

Como el encuentro era bien temprano, a eso de las dos de la tarde, el final del partido, unas dos horas después, nos dejaba el resto de la tarde libre. Varios de los que formábamos aquel improbable equipo, por la noche, teníamos nuestro programa de radio. Pero los cuatro de la tarde invitaban a prolongar la compañía con amigos un rato más y el mate era la excusa perfecta.

Solo dos del grupo – nuestras edades oscilaban entre los veinticinco y los treintaicinco años- vivíamos solos. De modo que eran nuestros departamentos el destino obligado de cada tarde de sábado después del deporte.

El grupo era bastante pacato y mi pasado en la iglesia seguro no alentaba mucho a que los temas de conversación girasen en torno a los tópicos clásicos en las reuniones de hombres: mujeres. Pero una tarde sucedió la excepción.

Esteban, el chofer de ambulancia, que hacía sido uno de los primeros en casarse y hacía poco se había separado de su esposa, la profesora de francés, contó sus aventuras de la semana. “Esta semana me tomé un franco higiénico. Fui a la blanquita.” Dijo, como si nada. La blanquita era el nombre del prostíbulo del lugar, ubicado sobre la ruta que salía hacia el oeste. El silencio era más una imposibilidad de expresar el asombro que una invitación a continuar, pero Esteban no entendía de sutilezas y siguió adelante con su relato mientras le llegaba otro mate en la ronda. “El miércoles fui”, nos informó.

De su separación nadie hablaba, pero esto era nuevo y generaba gran interés. “Bueno, contá algo. Cómo son las chicas.”Fue Gustavo quien finalmente lo invitó a seguir adelante. “Hay de todo, lo que busques”, respondió el intrépido ”pero con la primera tuve un percance”. Nadie se animó a preguntar, él solo continuó. “No me la quiso chupar. Me fui a quejar con la dueña y ¿saben que me respondió?” Silencio. “La vieja me dice: Noooooo. La Uruguayita es muy seriecita, no chupa la pija”.

La carcajada distendió el clima de la tarde de otoño, pero lo mejor estaba por venir. El grupo era rigurosamente hétero y nadie se animaba tan siquiera a sugerir nada que no lo fuera.

“Elija otra chica, me dijo la dueña”, contó Esteban. “En el cuartito, y como sabía que la otra me había dejado con la ganas, esta otra me dice: ¿qué querés que te haga? Y yo le dije: soprendeme. Me hizo de todo. Eso sí amigos, un consejo, nunca se dejen chupar el culo, porque después piden pija a los gritos”.

miércoles, 14 de abril de 2010

Mundo de Osos

El juego terminó para mi. Quedé fuera del BBB2 (ver Celebrity Bear) en el que duré cinco semanas. Bastante para el primer y único participante no brasilero de las dos ediciones del juego.

Ahora, un nuevo desafío se me presenta. Fui invitado a formar parte del staff de Mundo Ursino, un portal de noticias de y para Osos.

En estos días en que el célebre resourcesforbears no está on line, y los pocos intentos de portales de noticias de Osos que encontré en la web se encuentran inactivos, un nuevo y original sitio de noticias se puede ver on line desde la última semana de marzo.

Como dice la presentación de Mundo Ursino, que así se llama la web en cuestión (www.mundoursino.com.br), “Nuestra idea es juntar los principales líderes y colaboradores de este universo, gente que entienda de Osos, que ya hizo algo por la comunidad, que tiene algo o mucho que decir sobre variados temas, no solo de Osos, sino de cosas que a los Osos normalmente le gustan.”

Dentro de la variada oferta de artículos, comentarios, comics, reseñas, sugerencias y entrevistas de los numerosos colaboradores brasileros –oriundos de diversos puntos del extenso país vecino- hay dos colaboraciones de argentinos.

Nuestro conocido Guibu, el artista y amigo Roberto de la provincia de Tucumán, cedió su increíble comic “El ósculo hirsuto” para que ser incluido en la oferta del nuevo portal. La novedad es que los cuadritos no tienen la traducción al pie (como sucede en la versión original con la traducción al inglés –ver: http://elosculohirsuto.blogspot.com/-), sino que los textos del original en castellano son reemplazados por su versión en portugués, bien brasilero.

El portal, toda una innovación en materia de sitios para Osos, me invitó a sumarme a sus colaboradores permanentes desde mi lugar de extranjero viviendo en una nueva tierra. Mi espacio lleva el nombre de Un oso argentino perdido en Rio.