lunes, 15 de octubre de 2012

El padre confesor


La adolescencia me encontró en un colegio de curas. Y la tuve que atravesar sin mayor ayuda que sus mentiras y contradicciones. Eran los años 70 y, para completar el panorama, el país estaba gobernado por una nefasta dictadura.

Un tal Jesús, en un libro que llaman Evangelio, decía de los sacerdotes de su tiempo: “Hagan lo que ellos dicen, pero no lo que ellos hacen. Son sepulcros blanqueados, blancos por fuera y solo podredumbre por dentro.”

Los curas que administraban el colegio, cada primer viernes, nos hacían ir al templo para asistir a misa y, sugerían, también nos confesemos. Claro que muchos nos quedábamos a confesarnos porque nos permitía no estar en clase. Era habitual que hubiese dos sacerdotes esperado oír confesiones: el padre Risso, severo e impenetrable al que solo elegían como confesor uno o dos alumnos, y el cura Veiga, que con sus modos singulares concentraba largas filas de espera de alumnos que querían confesarse con él.



Entre sus originalidades me vienen a la memoria su sotana muy sucia y su actitud infantil cuando, al cruzarlo por los interminables corredores del colegio, se ocultaba detrás de las columnas y comenzaba un imaginario tiroteo, como si estuviésemos en una película del viejo oeste. Intercambio de disparos imaginarios al que respondíamos entusiastas para verlo caer herido de muerte.

Pero lo más extraño eran sus ideas, en particular, durante las confesiones. Como buenos adolescentes, al salir de confesarnos con él, intercambiábamos experiencias. Era una fórmula común entre nosotros, los arrepentidos, enumerar pecados que no llamaran la atención de los confesores: “dije malas palabras, desobedecí a mis padres, dije mentiras”, y cosas por el estilo. Entonces allí llegaba la infaltable pregunta del padre Veiga; “¿Y el pajarito? ¿Estuviste jugando con el pajarito? Era su extraña manera de preguntar si nos masturbábamos. En esos años nos resultaba gracioso, claro, no sabíamos todavía del interés de muchos de ellos por nuestros pajaritos.

El recuerdo más atroz es del día que le confesé que, a mis quince años, me masturbaba. Su respuesta me quedó retumbando en la cabeza hasta hoy. “Bueno, no es nada, no es para preocuparse”, me dijo entonces, “sos un pibe sano y es normal que te toques, no como esos negros villeros que están tirados en la cama todo el día haciéndose la paja…”

Como decía uno de los compañeros de aquellos años, hace poco tiempo, al recordar esta y otras anécdotas de nuestra adolescencia: “Bastante bien salimos”. 



14 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me preguntaban si había saludado al amigo....

Peto

Anónimo dijo...

que bravos los curitas...

Jorge

Osofranco dijo...

Qué interesante Peto.
Bueno...

Qué gente!

Osofranco dijo...

Sí, muy bravos Jorge.

Mejor tenerlos lejos.

Gracias por comentar.

rubarso dijo...

Wue cura piola respecto a la intimidad de uno, pero que triste frase acompañada, sin duda tantos años de evangelio le hicieron olvidar al projimo, mucha gente considera al projimo solo al que acepta, lo demas no existe, o peor aun, se odia, discrimina, agrede.

Osofranco dijo...

Muchas gracias por comentar Rubén.

Parece que sí, que el prójimo es solo el que me gusta (según la visión de esta gente).

Por suerte podemos ver la diferencia.

Abrazo!

Anónimo dijo...

Lo comprendo y deseo continuar en la cama haciéndome la paja.

Marcelo

Osofranco dijo...

Bueno Marcelo, cada uno es cada uno.

:-)

Alexandre Willer Melo dijo...

Que padre confesor moderno se puede decir. Creo mismo que la grande mayoría jamás te daría una respuesta como esta, lo más común seria te recomendar una decena y media de oraciones como penitencia.
No soy contra religiones, creo mismo que son necesarias para parte de nosotros se ponga en contacto con temas y conceptos más abstractos y que pueden traer un cierto tipo de alivio e paz para la alma y la mente se crees en cosas como estas, claro, pero no pongo mucha esperanza en las personas que están por detrás de las religiones, estas me causan miedo y tristeza…

Osofranco dijo...

Amigo Melo, gracias por tu comentario.

Yo no lo llamaría de moderno, lo llamaría de pre juicioso.

Con el tiempo yo sí me he ubicado contra las religiones. Porque entiendo que las religiones las hacen los hombres y eso hace que millones de personas en el mundo sea engañadas, estafadas o, como en el mínimo hecho que relato acá, mal educadas por gente nefasta que solo le interesaba saber si te tocabas sexualmente(y hoy creo porque era eso lo que los excitaba)y dar una visión de la realidad tan retorcida y perversa como que los pobres se masturban porque no hacen otra cosa.

Me sumo a Lennon e intento imaginar un mundo sin religiones.

Abrazo!

Alexandre Willer Melo dijo...

Amigo, tienes toda razón. Creo mismo que el real deseo de ellos era mismo hacer más que solamente oír que los chicos se masturbaban pero las imágenes que los relatos construían en sus mentes debería ser algo digno de Sade.
Todo el concepto de castidad es muy y totalmente arcaico y se debería sacar para todo y siempre aunque sexo no es algo suyo o que nos distancia del divino mucho en contrario lo pienso.
Se así fuese, no habrían tantos casos de pedofilia, no crees? Y sí, el problema no son las religiones pero los hombres que las hacen….
Me quedo con usted y Lennon..

Osofranco dijo...

Cierto amigo Melo.

Los sacerdotes usan su poder (el del confesionario) para satisfacer sus bajos instintos.

La pedofilia es absoluta responsabilidad de la Iglesia en todos sus estamentos. El anterior Papa organizó el sistema para cubrir a los curas pedófilos. Este Papa perfeccionó el sistema.

Mientras tanto, los padres católicos ponen a sus hijos en sus colegios pensando que recibirán una educación de calidad, superior a la educación pública. Y reciben a cambio: hijos abusados.

Abrazo.

Pablo dijo...

Hola Franco! Quiero preguntarte si el padre Veiga, al cual te referis, estaba o estuvo en el colegio San Francisco de Sales que esta en Almagro (Capital). Te lo pregunto por que yo conocí a uno así llamado y era
una masa!!! Y si sabes algo de él.
Gracias y un abrazo!!! Pablo

Osofranco dijo...

Hola Pablo!
Es muy probable que haya estado allí. Ya que era salesiano y ese es otro de los (tantos) colegios salesianos que hay en el país.
Yo lo conocí en los años setenta. Y después que dejé el colegio en el 78, nunca más supe de él.

Abrazo!