¿Cuál será el
mecanismo que hace que recordemos algunas cosas y olvidemos otras? ¿Nuestro
inconsciente pesará en la preservación y eliminación de recuerdos? ¿Recordamos
todo lo que queremos recordar? ¿Olvidamos todo lo que queremos olvidar? ¿Los
buenos recuerdos intentarán imponerse sobre los recuerdos malos? ¿Construimos los
recuerdos que nos gustaría tener?
No hace mucho me reuní con mis compañeros de secundaria. Habían pasado 33 años sin que nos viéramos.
En medio de la charla, Daniel, con total convicción, me señala:
- … fue cuando yo
te acompañaba a tu casa al volver del cole, en la época que tenías el yeso,
cuando te quebraste la pierna. Yo volvía con vos todos los días hasta tu casa.
- Me parece que
estás confundiendo las historias Daniel. Yo nunca me quebré hueso alguno. Nunca
usé un yeso…
Entonces fue el
turno de Rodolfo de recordar:
- … aquella vez, cuando
casi nos cagamos a trompadas con aquellos chetos… Ese domingo que fuimos a
Zodíaco. Vos estabas. – Dice mirándome.
- No Rodolfo. Yo no
iba a bailar. Nunca fui a un boliche durante la secundaria…
Y Gustavo comenta
un rato después:
- … casi nos echan
a la mierda del colegio en cuarto. Con Carlitos Graziosi estábamos haciendo un
quilombo bárbaro en esa clase del ratón Zelaya…
- Difícil Gustavo.
Carlitos repitió tercero y no podía estar en el aula con nosotros en cuarto…
Dicen los
estudiosos del tema que a partir de los 45 se empieza a perder la memoria.
Nosotros estamos rondando los 50: Olvidos normales entonces.
Los libros
aparecieron otro día. Estaba en la vereda de la casa de mi vieja, pocos días
después de la citada cena, y pasa Gonzalo, un vecino al que no veía hacía tanto
como a mis compañeros de secundario.
Con Gonzalo
fuimos muy amigos durante el final de nuestras infancias. El había llegado de
España con 10 años y se mudó con su familia a la casa de la esquina de mi
cuadra. Dos años mayor que yo, era hijo único y sus padres trabajaban hasta el
final de la tarde. Nos hicimos amigos y venía a diario a casa, a pasar la
tarde. La charla de esa mañana, treinta y tantos años después, circuló por los
carriles habituales. De pronto Gonzalo afirma:
- Yo lo que más me
acuerdo – por ahí vos ni te acordás – es que yo era un pibe que no leía nada. Y
cuando venía a tu casa vos estabas siempre leyendo. Entonces me daba
curiosidad. Te pedí que me prestes algún libro y vos me empezaste a pasar los
libros que ibas leyendo y yo me los llevaba, los leía en casa y venía a tu casa
para charlar sobre lo que habíamos leído y comentábamos qué nos había parecido.
Eran libros de aventuras mayormente, de esos de la colección Robin Hood o
parecidos…
Y, efectivamente,
como sospechaba Gonzalo, no me acordaba para nada de esa historia.
No, este post no
habla del Flaco y su magia (aunque aprovecho para mandarle todo el aliento en
este momento duro). Habla de las jugarretas que nos hace la memoria y como unos
libros pueden aparecer en medio de una charla,
sin saber que un día fueron protagonistas.
12 comentarios:
Qué paso gordo? Y las historias de sexo? Esto ya no es lo que era.
Un día de estos vuelven.
Esta no te gusto?
... que sombra extaña te ocultó de mi guiño...
fuerza flaco y gracias por tus historias, que siempre y versen sobre lo que versen son bienvenidas
un abrazo
boris
Gracias Boris!
Muy generoso, como siempre.
Abrazo!
Agradable historia, Franco. Ya llegué a los 40, me esperan "olvidos" como los de tu anécdota. Esperando más historias "hot" también.
Me gustó el título del post. Desde aquí todo mi aliento para que el Flaco siga luchando y se recupere.
"...Se queda oyendo como un ciego frente al mar..."
Saludos para vos y Raúl.
Gracias Guibu!
Ya volverán las historias hot, je.
Fuerte abrazo!
...en que rulo del melon se esconden los recuerdos??
Lilian
Detrás de los besos pendientes?
Escondidos entre los abrazos postergados?
Adormecidos a la espera de unos mates compartidos?
Adónde van las palabras
que no se quedaron
adónde van las miradas
que un día partieron?
Mi vieja me puso Silvio por el cantante cubano.
Gracias por el aporte Silvio.
Un abrazo.
Qué buena historia Francus... capaz suceda que hay olvidos y olvidos. Algunos forzosos o necesarios, otros más bien accidentales; quién sabe de qué dependerá.
Lo que me resulta seguro e inquietante es que los recuerdos tengan forma de ficción. Si lo pensas fuerte es totalmente inaceptable.
Y qué bueno que hayas encontrado que de alguna manera el Luiggi aparezca en el blog... ahora desde la Eternidad Imaginaria nos abraza con sus canciones, hermosas canciones...
Diego
Cierto Diego.
El flaco ahora nos acompaña con su magia.
Abrazo.
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