Cuando llegué a
aquella fiesta de Osos en El TV Bar, un deslúmbrate chubby rubio me acaparó la
mirada.
Yo había ido
acompañando a unos amigos argentinos que estaban de vacaciones en Rio. Nos
acercamos a la barra a ver qué bondades ofrecía. Sebastián, el más joven de mis
amigos, con la lista de tragos en mano, dijo que nunca había probado la absenta,
que quería experimentar. Yo tampoco la había probado. Pedimos dos. Alberto, mi
otro amigo, pidió un gin tonic.
Para no seguir mezclando
alcoholes (la cena había sido acompañada generosamente con vino tinto), un rato
más tarde, cuando ya la fiesta explotaba, me pedí otra. La versión de la
absenta que se permite vender en Rio es de hasta 60 grados, no la de 80 grados –
aquella hada verde que reinó indecente en la Belle Époque europea-. Fue
suficiente. Las luces y el sonido ya estaban todo lo distorsionados que podían
estar, como para pensar que alucinaba. (Por suerte no tenía nada cortante a
mano para no hacer la gran Van Gogh; aquella de cortarse el lóbulo de la oreja
para regalársela a una prostituta, una vez que estaba tomando absenta y le pegó
mal).
La noche
avanzaba. Cumpliendo mi papel de anfitrión me quedé cerca de mis amigos. La
casualidad hizo que a unos pocos metros estuviera bailando con sus amigos aquel
portento que había visto al entrar. Lo miré descaradamente. El bailaba mecánicamente
un ritmo pop: alto, rubio, ojos claros, cara cuadrada, jeans y camisa a cuadros.
Se hacía el que no me veía. El bar tiene la particularidad de tener VJs. Me
distraje con las imágenes de la pantalla que quedaba justo detrás de mi más
reciente obsesión. Cambio de tema. No conozco mucho del pop actual, pero me
pareció que lo que sonaba-veía era Shakira.
Bajé la vista y
algo había cambiado. Aquel hombretón que monopolizara mis miradas unos minutos
antes había dejado lugar a un émulo de la colombiana. Al ritmo latino sacudía
sus caderas de un modo inequívoco: se podía jurar que no mentían. Le eché la
culpa a la absenta. No podía ser la misma persona. Volví a mirar la pantalla,
la intérprete cambió de look y, en diminuta bikini blanca, revoleando sus largos
cabellos y provocaba con su baile del caño. Bajé la mirada y allí estaba mi
gordo: de idéntica bikini blanca diminuta, su pelo rubio había crecido hasta la
cintura, aferrado al caño con una mano y con la otra invitándome a unirme a él.
Malicioso.
No me hice rogar.
Con mi tercer – ¿o cuarto?- vaso de absenta en la mano me acerqué para ver si
aquello era real. En su erótica performance el rubio de bikini me daba ahora la
espalda. Apoyé mi cintura a la suya y bajamos juntos hasta casi el suelo al
ritmo de los tambores.
Fue entonces cuando
recibí su mirada fulminante: yo estaba de cuclillas, con la cara a una altura
inconveniente; levanté la mirada y su cara era de pocos amigos. Cerré los ojos
con fuerza mientras me volvía a poner de pie y, al abrirlos, no había ningún gordo
de bikini blanca frente a mí, solo el rubio muy enojado. Alberto y Sebastián me agarraban cada uno de
un brazo y me llevaban a otro rincón del bar, justo para impedir el empujón que
se venía. Les juré que ya solo había respondido a la invitación del rubio (no
mencioné la bikini, ni el pelo hasta la cintura, ni el caño…). Me miraron con
una cierta desconfianza y esa molesta compasión que producen los borrachos en
los otros.
Cuando salíamos
del bar me di vuelta una última vez para mirar al gordito rubio y, les juro que
me guiñaba un ojo. Cómplice. ¿O era un hada verde?
5 comentarios:
Bien, volviste con las historias de sexo, aunque este frustrado.
Parece que te emborrachás de solo pisar un corcho!
Saludos, Jorge.
Jajaja conozco varios gordos re lindos súper masculinos que tienen una Shakira adentro.
me reí mucho imaginando al gordito bailando en el caño.
salu2
Silvio
Gracias Jorge. La verdad no tengo mucha cultura alcohólica. :)
Silvio, gracias por pasar y comentar.
Abrazo.
jajaja pero que papelón, che.
Por lo que contás de la Absenta es lo que conocí como Ajenjo [sí, google me lo confirma]... algun día probaré eso. Se ve que es peligrosa.
Me la imagino amaaaaarga.
Sí Diego, la absente se produce a base de ajenjo e hinojo.
Para nada amarga. La que probé, mucho más presente el hinojo, hasta me pareció dulzona.
Abrazo.
Publicar un comentario