jueves, 2 de febrero de 2012

Un rubio de bikini blanca


Cuando llegué a aquella fiesta de Osos en El TV Bar, un deslúmbrate chubby rubio me acaparó la mirada.

Yo había ido acompañando a unos amigos argentinos que estaban de vacaciones en Rio. Nos acercamos a la barra a ver qué bondades ofrecía. Sebastián, el más joven de mis amigos, con la lista de tragos en mano, dijo que nunca había probado la absenta, que quería experimentar. Yo tampoco la había probado. Pedimos dos. Alberto, mi otro amigo, pidió un gin tonic.

Para no seguir mezclando alcoholes (la cena había sido acompañada generosamente con vino tinto), un rato más tarde, cuando ya la fiesta explotaba, me pedí otra. La versión de la absenta que se permite vender en Rio es de hasta 60 grados, no la de 80 grados – aquella hada verde que reinó indecente en la Belle Époque europea-. Fue suficiente. Las luces y el sonido ya estaban todo lo distorsionados que podían estar, como para pensar que alucinaba. (Por suerte no tenía nada cortante a mano para no hacer la gran Van Gogh; aquella de cortarse el lóbulo de la oreja para regalársela a una prostituta, una vez que estaba tomando absenta y le pegó mal).

La noche avanzaba. Cumpliendo mi papel de anfitrión me quedé cerca de mis amigos. La casualidad hizo que a unos pocos metros estuviera bailando con sus amigos aquel portento que había visto al entrar. Lo miré descaradamente. El bailaba mecánicamente un ritmo pop: alto, rubio, ojos claros, cara cuadrada, jeans y camisa a cuadros. Se hacía el que no me veía. El bar tiene la particularidad de tener VJs. Me distraje con las imágenes de la pantalla que quedaba justo detrás de mi más reciente obsesión. Cambio de tema. No conozco mucho del pop actual, pero me pareció que lo que sonaba-veía era Shakira.

Bajé la vista y algo había cambiado. Aquel hombretón que monopolizara mis miradas unos minutos antes había dejado lugar a un émulo de la colombiana. Al ritmo latino sacudía sus caderas de un modo inequívoco: se podía jurar que no mentían. Le eché la culpa a la absenta. No podía ser la misma persona. Volví a mirar la pantalla, la intérprete cambió de look y, en diminuta bikini blanca, revoleando sus largos cabellos y provocaba con su baile del caño. Bajé la mirada y allí estaba mi gordo: de idéntica bikini blanca diminuta, su pelo rubio había crecido hasta la cintura, aferrado al caño con una mano y con la otra invitándome a unirme a él. Malicioso.

No me hice rogar. Con mi tercer – ¿o cuarto?- vaso de absenta en la mano me acerqué para ver si aquello era real. En su erótica performance el rubio de bikini me daba ahora la espalda. Apoyé mi cintura a la suya y bajamos juntos hasta casi el suelo al ritmo de los tambores.

Fue entonces cuando recibí su mirada fulminante: yo estaba de cuclillas, con la cara a una altura inconveniente; levanté la mirada y su cara era de pocos amigos. Cerré los ojos con fuerza mientras me volvía a poner de pie y, al abrirlos, no había ningún gordo de bikini blanca frente a mí, solo el rubio muy enojado.  Alberto y Sebastián me agarraban cada uno de un brazo y me llevaban a otro rincón del bar, justo para impedir el empujón que se venía. Les juré que ya solo había respondido a la invitación del rubio (no mencioné la bikini, ni el pelo hasta la cintura, ni el caño…). Me miraron con una cierta desconfianza y esa molesta compasión que producen los borrachos en los otros.

Cuando salíamos del bar me di vuelta una última vez para mirar al gordito rubio y, les juro que me guiñaba un ojo. Cómplice. ¿O era un hada verde?



5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien, volviste con las historias de sexo, aunque este frustrado.
Parece que te emborrachás de solo pisar un corcho!

Saludos, Jorge.

Silvio dijo...

Jajaja conozco varios gordos re lindos súper masculinos que tienen una Shakira adentro.
me reí mucho imaginando al gordito bailando en el caño.

salu2
Silvio

Osofranco dijo...

Gracias Jorge. La verdad no tengo mucha cultura alcohólica. :)

Silvio, gracias por pasar y comentar.
Abrazo.

Anónimo dijo...

jajaja pero que papelón, che.
Por lo que contás de la Absenta es lo que conocí como Ajenjo [sí, google me lo confirma]... algun día probaré eso. Se ve que es peligrosa.
Me la imagino amaaaaarga.

Osofranco dijo...

Sí Diego, la absente se produce a base de ajenjo e hinojo.

Para nada amarga. La que probé, mucho más presente el hinojo, hasta me pareció dulzona.

Abrazo.