viernes, 2 de octubre de 2009

En Río.

- Hola Raul.
- Hola Fabio, él es Franco.
- Hola Franco, tu casa es mi casa – dijo Fabio en perfecto castellano. Llegué a esa cena de
viernes por la noche con poca información. Raul me había contado que Fabio, comisario de policía, y Paulinho, chef, eran pareja desde hacía once años. Que los había conocido en circunstancias de lo más particulares. Raul tiene un amigo argentino, José María, a quien conoció en un sauna de Río de Janeiro. José María tenía una pariente, Inés, que debía embarcar una cantidad impresionante de pertenencias de otro pariente, José Martí, que había sido secretario de Evita, y que por su pasado peronista y su homosexualidad se había exiliado en Río. Ya viejo y solo, José Martí regresaba a Buenos Aires y allí entraba en escena Raul, empleado del aeropuerto de Río, para facilitar el traslado de tanto trasto viejo. Fabio, amigo de toda la vida de José Martí, estaba allí para ayudar con la diligencia. Raul se hizo amigo de Fabio y Paulinho allí, y nos habían invitado a cenar en su casa, sabiendo que yo estaba en Río desde hacía poco. Cuando estábamos entrando al edificio donde Fabio y Paulinho viven, Raul me informa,
- Este es el último edificio de departamentos que Oscar Niemeyer diseñó en Río. Él amaba
mezclar en un mismo edificio departamentos de un ambiente, con semipisos de lujo. – Yo sabía que éste Niemeyer era quien había cristalizado en Brasil las ideas de Le Corbusier, y que había estado con Luis Carlos Prestes en el Partido Comunista de Brasil allá lejos y hace tiempo y es una especie de héroe nacional con sus más de cien años.
Río de Janeiro, un comisario, Evita, Niemeyer, Le Corbusier, la arquitectura, Luis Carlos Prestes…
- Adelante Franco. – dijo Fabio invitándome a entrar en el living comedor de un
departamento que yo miraba más para ver como diseñaba Niemeyer, que para ver cómo vivían dos gays mayores de Río. Un sillón Bauhaus -un wassily, que recibiera su nombre en homenaje a Kandinsky-, paredes con estantes con libros hasta el techo, mientras sonaba Chico Buarque; en el revistero, la Caros Amigos, la mejor revista libre pensadora que ya he leído. Me dejé llevar hasta el ventanal que, ya me había adelantado Raul, tenía una vista que era un escándalo de linda. La luna sobre la bahía de Guanabara. -Aquella es la Iglesia de Gloria, y aquél el Museo de Arte Moderno, enfrente la plaza París…
- Y aquella la marina de Gloria – dije sin aguantar más la clase de geografía Carioca.
- Eso – dijo Fabio, no sin cierto asombro. – ¿Qué toman?
- Gaseosa – respondió Raul.
- Vos gin tonic – dijo Fabio mirando a Paulinho – y yo whisky.
- Whisky está bien – dije. Durante el tiempo de las bebidas y los petiscos la charla tomó
diversos rumbos. Fabio dejó entrever su amor por Buenos Aires, el tango, Borges, Susana Rinaldi, Cortázar, el vino argentino. La charla continuó tranquila, suavizada por la música y el alcohol.
Bauhaus, la bahía de Guanabara, Chico Buarque, Buenos Aires, Borges, Susana Rinaldi, Cortázar…
Paulinho demostró ser un excelente cocinero y un mejor anfitrión. La pasta al dente, como buen descendiente de italianos, conteniendo todo el tiempo a Fabio y sus excesos. Mirándolos se veía como se habían mimetizado con el tiempo. El falso rubio de la tintura de Paulinho no engañaba, se parecían en los gestos, la ternura. El clima distendió dejaba salir lo loquita que todos tenemos dentro, hasta que Paulinho lo nominó en femenino a Fabio, y, con gesto serio, éste lo corrigió. Pensé que afloraría el comisario. Pero no. Fabio se levantó y cambió la música. Inti illimani no era música de gente conservadora. Cantaron a dúo una tierna canción de amor de Patrico Mans, que nombraba un “amor equivocado”. Siguieron Zé Renato, Tita Merello mientras la charla nos llevaba por saunas y teteras. Hasta que Serrat, cantando a Antonio Machado, me dejó llorando: al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Y hablamos de religión y teatro y Gardel y Carmen Miranda.
Inti Illimani, Patricio Mans, Zé Renato, Tita Merello, Serrat, Antonio Machado, Gardel, Carmen Miranda…
El vino –argentino- corría generoso. Y los viajes y ciudades y Río sede de las olimpíadas 2016. Entonces Raul comentó que el departamento era muy confortable.
- Lo que siempre quise es alejarme de la vida burguesa de mis padres – dijo Fabio. – Me gusta porque este edificio mezcla todas las clases sociales y en la vereda, cada noche, trabajan prostitutas y travestís – dijo Fabio y la charla nos llevó a los lugares gay de Buenos Aires y Río. El recuerdo de Diego y su descaro para encarar hombres por las calles de Buenos Aires y la anécdota de Roberto Rivas, el galán de los años cuarenta, avisándole a una loca que era mujer y los peluqueros de pueblo y sus culos que dan que hablar. Con el postre de maracuyá entraron en la charla los brownies de marihuana y el te de floripondio. Todos largamos una carcajada. El vino iba ganando la partida y Fabio proponía que nos quedemos a dormir, porque él quería irse a dormir. Y como en toda charla de vino, arrancamos otra vez y fue el tiempo de la pesca y Bioy Casares, Lisboa y Ernesto Sábato, Mendoza y las milongas, las fiestas de Osos y la Turma Ok, el mate y Susana Giménez, Discépolo y los saunas, como corolario cambalachesco de ese teorema indemostrable.
La luna iluminó toda la noche con magia.
Los nombres circularon, no por ruinas, por cimientos.

4 comentarios:

Diego Trerotola dijo...

Muy bueno el post y la noche esa, qué envidia, y gracias por mezclar mi nombre con otros de estirpe en ese cambalache que armaron. Igual, che, ya no se llora con Serrat, no seas tan anticuado.
Besos a vos y a Raul,
dt

Osofranco dijo...

Fue el vino...

Anónimo dijo...

¿se puede llorar, aunque sea de risa?
Va, no soy tan duro, pero es que hace falta algo más que un tembleque en la voz para moverme el alma...

rabid

Osofranco dijo...

Yo tengo el llanto fácil, Rabid.
Gracias por comentar.