viernes, 1 de febrero de 2013

Debut en la tetera


Leer Fiestas, Baños y Exilios, el libro de Alejandro Modarelli y Flavio Rapisardi, me abrió un panorama del que tenía algunas referencias, pero desconocía en su mayoría.

Sin saber absolutamente nada acerca de la cultura de los baños públicos de encuentro sexual, llamados “teteras” en la jerga gay, durante mi adolescencia y juventud me había encontrado en más de una situación donde las insinuaciones de otros hombres en los baños públicos me generaban curiosidad y deseo, pero también duda y temor. Ser víctima de un robo o caer en la trampa de la policía, me detenían ante cada insinuación.

            Pero siempre hay una primera vez.
 
 

            Sucedió en un baño de la ex línea Sarmiento. A más de cincuenta kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Entré al baño de la estación y me encontré allí con un Oso más que interesante. Vestía ropas de trabajo y su aspecto era de lo más convencional, pelo corto, barba de dos días, la mochila al hombro. Tenía unos cuarenta y cinco años y su cuerpo grueso y redondo era un placer para mi vista. El estaba solo cuando llegué. Me desabroché el pantalón, bajé el cierre y me disponía a aliviar la vejiga, que para eso había entrado, cuando miré hacia donde él estaba y noté que no sólo miraba mi pija sino que se masturbaba con una creciente erección. Quedé sorprendido, el baño estaba vacío, pero la estación llena de gente. Sin decir palabra, se agachó rápidamente, con movimientos gatunos, y comenzó a chupármela. Pegué un salto del susto y salí del baño con bastante apuro para reunirme con las personas que viajaban conmigo. Él, en cambio, salió muy tranquilo y cuando llegó el tren, subió en el mismo vagón al que subimos mis amigos y yo. El tren venía lleno y quedamos todos separados. Cuando llegó el momento de bajar, se las ingenió para pasar muy cerca de mí y me dejó un papelito en la mano. Lo puse sin mirar en el bolsillo y seguí haciéndome el distraído.

Cuando estuve solo lo miré y vi que solamente tenía un nombre y número de teléfono. Durante unos días no me animé a llamar.

            – Holaaaaa– dijo una voz de un nene de muy pocos años del otro lado del teléfono, cuando por fin me atreví a discar el número del papel.

– Hola, ¿estaría Daniel?– pregunté un poco confundido.

– Sí, ya te paso. Chauuuu.

En aquellos años, para mí, los hombres que frecuentaban otros hombres, no incluían hijos.

– Hola.

– Hola, ¿Daniel? – pregunté.

– Sí, ¿quién habla?

– Hola, me dejaste tu teléfono el día que “nos conocimos” en el tren.

           – Ah, hola, vos llamás por el trabajo de arreglos de albañilería– dijo muy convencido.

– Claro– respondí siguiendo el juego.

– Bueno, decime la dirección y cuando puedo ir a ver el lugar.

Arreglamos un día y un horario para encontrarnos. El trabajo se lo hice yo: era insaciable. Fue todo como la imaginación más elemental podía preverlo tras la osada escena del baño: hubo desnudez, caricias, abrazos, besos, bocas recorriendo los cuerpos, penetraciones por donde dé placer.

            Cuando salíamos de casa le pregunté por quién me había atendido.

– Uno de mis hijos, no sé cual.

– ¿Y tenés muchos hijos?– le pregunté, bastante curioso.

– No, no muchos: seis.

– Ah, ¿y vivís con tu mujer?

– Sí. Cuando vuelvas a llamar, siempre decí que es por un trabajo. Soy albañil, y hago arreglos varios.

– ¿Y ella no sospecha nada?

– No sé. Cuando tengo sexo con ella siempre le pido que me ponga juguetes en el culo. Si ella sospecha algo, está bien, igual trato que se dé cuenta. Incluso a veces hablamos de invitar a un tercero a muestra cama.

– ¿Y?

– No, todavía no se anima. ¿Vos vendrías?

– No, no creo, vos sos muy lindo, pero no me gustan las mujeres.

Ya estábamos cerca de la parada de colectivos donde él tenía que esperar el suyo. Se detuvo un momento y me dijo.

            – Tengo la nena de catorce que está nueva. Si la querés, por cien pesos la estrenás.

– Te agradezco, pero no.

Lo saludé y volví sobre mis pasos. No lo volví a llamar nunca más.
 
 

21 comentarios:

Anónimo dijo...

@Osofranco MUY BUENA ANECDOTA. ME DIÓ UN POKO D ESCOZOR EL FINAL. BESOS

@FABYCHASER

Orfeu Ebano dijo...

Muito interessante a sua iniciativa de criar este espaço, estarei sempre nele, forte abraço amigo,
besos en tu corazon

Anónimo dijo...

Good!
Michel

Osofranco dijo...

Muchas gracias Faby.

El final es terrible. Pero me pasó de verdad, allá por el año 99.

Abrazo.

Osofranco dijo...

Muito obrigado Orfeu.

Espero você por meu site.

Grande abraço.

Osofranco dijo...

Thanks Michel.

Welcome!

Orfeu Ebano dijo...

Com certeza visitarei sempre, gosto muito!

Unknown dijo...

estan bien las historias, pero a mi entender se quedan a mitad de camino. como q le faltan una vuelta de tuerca o un para mas de descripción para generar un mejor gancho, pero esta bien de todos modos

abrazo

Osofranco dijo...

Muchas gracias Unknown

Un abrazo.

Martín Costanzo dijo...

Lo felicito por otro gran relato, sr Oso Franco.
Excelente narrativa.
Final macabro, si los hay. :/ Igual, brillante relato. :)

Osofranco dijo...

Gracias Martín.

La realidad puede ser macabra.

Abrazo!

alexander dijo...

Es en verdad increíble el tipo de personas que uno se puede encontrar en estos lugares, y en muchas ocasiones la realidad supera la ficción aunque a veces en este caso y por el final del relato seria mejor que no fuera así. En fin, un estupendo relato como siempre Sr. Franco.

Un saludo desde mexico

Osofranco dijo...

Muchas gracias por pasar y comentar Alexander.

Un gran abrazo a México!

Tommy Bear dijo...

Hola Franco, como andas?
Interesante relato con un crudo final. Me gustan mucho tus relatos, solo te pido un poco mas de detalle cuando describas a los gorditos que participan en las historias.

Un abrazo.

Osofranco dijo...

Hola Tommy, todo bien por acá. Gracias!

Ok. Lo voy a tener en cuenta, lo de dar más detalles sobre los gorditos.
Ocurre que este texto lo tenía escrito desde hace algunos años y nunca lo había publicado.

Abrazo!

Anónimo dijo...

A mi siempre me generó una mezcla extraña entre morbo y miedo el entrar a una tetera, lo hice varias veces en una época que estaba al pedo y no sabía de otros lugares de encuentro. Ahora me da más miedo que morbo, así que me abstengo de esos lugares, que tampoco abundan...
Un abrazo grande
Sergio

Osofranco dijo...

A mi siempre me dio miedo.

La primera vez que me di cuenta que me estaban queriendo levantar en una tetera fue durante la dictadura y, además, yo estaba en el seminario. Doble temor. Que me lleven los represores por puto y que me echen del seminario por idem...

Si bien ahora hay menos lugares que en otras épocas, sigue habiendo levante en varios baños.

Abrazo Amigo!

Anónimo dijo...

Ea Franchesco!
Durísimo, un re bajonazo ese final... me venía pareciendo divertida la anécdota pero bajé como loco con ese broche innecesario; pero innecesario no en tu crónica sino en la situación; me pinta que ante una cosa asi lo recago piñas a ese tipo... entregar una hija por guita, seas gay o astronauta es de reverendo hijo de puta, y peor todavía pagar por una cosa asi... cualquiera loco, cual quie ra... pero bueno, es lo que te sucedió.

Los baños públicos son como templos, no?... muchos los usarán para hacer la descarga fisiológica que los justifica, y ya... otros si bien los usamos para hacer la misma descarga, nos pone en una situación que no deja de inquietarnos, de ponernos un poco nerviosos: la mirada de los otros, las sospechas de una seducción inminente, la curiosidad de ver el pito del vecino sin que eso se perciba como un invite venéreo ahhaha y cosas asi; sí, ya se, es re histérico... pero los más capos de todos me parece que son los que van a pescar una cuota extra de placer, y lo hacen sin taaanta vuelta; ahora que lo pienso, me parece que es el sentido más claro de esos lugares jajaja o sea, la forma de los mingitorios, cómo se distribuyen... no sé, está muy claro, no jodamos ahaha

Bueno, Franch... ando como loco con el estudio pero me hago un tiempo para pasar a leerte porque tus historias están buenas, me dejan pensando cosas, y para devolverte algo comentando.

Un abrazo, Diego

Osofranco dijo...

Muy buen comentario, como siempre Diego.
Gracias!

Del tipo, jamás podría imaginar un ofrecimiento así. Me dejó sin reacción.

Y mirar en las teteras debería ser deporte olímpico. jejeje

Abrazo!
Y no dejes de estudiar por leer este blog!!!! je

Anónimo dijo...

cómo o dónde conseguir el libro Fiestas, Baños y Exilios,

Osofranco dijo...

El libro está agotado.
Yo lo conseguí en una librería de usados de la Av. Corrientes hace unos 10 años.

Saludos.