Mi amigo el Giaca podría habernos descripto, a quienes
vivíamos en el seminario -allá por el año de 1980-, como un gran elenco. Aunque
nosotros gustábamos de definirnos más como un improbable zoológico.
Llegados de los más diversos y distantes puntos del país
convergíamos en esos años, en aquella enorme construcción de un falso estilo
ecléctico enclavada en un rincón de la ciudad de La Plata, casi doscientos
aspirantes a sacerdotes. Contrariamente a lo que se pueda suponer, los motivos
por los que estábamos allí no eran los mismos para todos: estaban los que
sinceramente creían haber recibido el llamado de la vocación, los que esperaban
superar su imposibilidad de sobrevivir en la sociedad civil sin esa pequeña
ayudita, los que estaban motivados por su compromiso con los pobres, los
fascistas de siempre que se escondían en la SIDE propia de la iglesia prontos a
delatar a todos los que sospechaban ser agentes del sucio y nefasto comunismo
internacional, los que solo esperaban poder rezar y montones de homosexuales
que encontraban refugio detrás de esas paredes, entre otras especies difíciles
de definir.
Después de clase, o entre clases, o en todo rato libre que
tuviéramos era muy común que nos reuniésemos en algún cuarto –cuarto que en
algunos casos era individual, en otros compartido entre dos y, para los de los
primeros años, compartido entre seis u ocho personas - a tomar mate. Era
nuestro más practicado deporte.
Claro que algunos de los curas superiores no permitían
ese tipo de reuniones. En particular uno a quien llamábamos el Chili. Recorría
los largos pasillos donde se encontraban las habitaciones y abría las puertas
sin golpear intentando siempre descubrir a algunos en orsai. Hasta que una vez,
el flaco Peralta, conociendo la manía del cura y escuchando las puertas que se
abrían y cerraban, se desnuda dentro de su habitación y, tijera en mano, se
sienta en la cama que daba de frente a la puerta con las piernas bien abiertas,
subiendo uno de los pies al borde de la cama como si se estuviera cortando las
uñas. Al abrir esa puerta el Chili quedó congelado. De ahí en adelante, comenzó
a golpear antes de entrar.
Una tarde, en el cuarto de Alejandro –una simpática loca
que buscaba escandalizar a los más jóvenes contando que dormía desnudo-
estábamos cuatro o cinco seminaristas charlando de bueyes perdidos cuando llega
el Abuelo Toronja (era el Abuelo porque la mayoría llegábamos al seminario
después de terminar el secundario y el abuelo había llegado con casi 50 años, y
Toronja por la semejanza de su calvicie con el amargo fruto regional) y, como
no había ningún mate circulando en esa espontánea reunión, comenzando a
desabotonar su amplia sotana –responsable por albergar su generosa panza- pregunta
maliciosamente:
- ¿Y, qué hacemos? ¿Tomamos mate o cojemos?
- ¿Y, qué hacemos? ¿Tomamos mate o cojemos?
El dueño de la habitación – que satisfacía sus
necesidades carnales con el padre Carlos, prefecto de disciplina-abre un
armario y saca un paquete de yerba. Sabiendo perfectamente que el Abuelo no
hablaba en broma, se la alcanza, diciéndole:
- Tomá viejo degenerado. Poné a calentar el agua. Acá tenés la yerba.
- Tomá viejo degenerado. Poné a calentar el agua. Acá tenés la yerba.
A lo que el abuelo, visiblemente decepcionado, responde a
los gritos.
- ¡Tirála hijo de puta, tirála!
10 comentarios:
Me imagino que no habrá pasado mucho tiempo, hasta que alguien hizo desaparecer la yerba...jijiji
Besos
Sergio
La yerba desaparecía cada 5 minutos. Y al grito de "yerba no hay!" había que hacerse cargo del dicho. jaja
Abrazo Amigo!
Un Oso argentino viviendo en Río de Janeiro. No seria mas exacto poner un PUTO argentino viviendo en Rio de Janeiro?
Volviste!!!!!
Ya casi que te extrañaba...(mentira!)
Si tuvieras un mínimo de información, sabrías que un Oso es un Puto que se siente orgulloso de ser como es: en mi caso, gordo y peludo.
Por eso mi blog se llama gordo puto.
Gracias por darme la oportunidad de volver a dejarte en ridículo!
Qué tengas un buen día!
(Te debe gustar ser humillado, no?)
Me encanta el blog.
Mike
Me gusta mucho leer tu blog...
Un abrazo grande.
Fa Gon
Muchas gracias Mike!
Me alegro Fa Gon.
Abrazo!
Faaaaaa qué retoooorno Francoooso... varias entradas para leer :)
Ese seminario se me hace que es por Meridiano V, frente al parque Castelli... será?
Creo que ya nos habías contado algo sobre ese maldito Chili al que empezamos a odiar.
Buenísimo leerte, loco!
Desde la ciudad de las diagonales, te dejo abrazo de reencuentro: Diego
Gracias Diego.
Efectivamente, es ese el lugar. Allí pasé cinco años, del 80 al 84.
En breve otra historia con el Chili de protagonista.
Abrazo, platense!
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