Estaba una de
estas tardes de calor carioca conversando con amigos, de todo y de nada, cuando uno de ellos, sin ponerse colorado,
afirma que escribe en un sitio de internet donde se dan consejos para
adelgazar.
¿Por qué tendría
que haberse puesto colorado? ¡Qué buena
pregunta! Es que ustedes conocen mi preferencia por los gorditos… Y no es que
no pueda ser amigo de personas delgadas; de hecho tengo montones de amigos y
amigas delgadas. Pero no era ese el caso.
Ante su
afirmación yo no conseguí contener una sonrisa socarrona. “¿Qué pasó?”
preguntaron mis amigos a coro. “Nada, me acordé de una picardía.” Respondí
recurriendo al dicho. Y en realidad estaba pensando en cómo esa frase, dicha
como al pasar, terminaría en este blog.
Es que cuando
–por varios años- fui amante de un cura y él, frecuentemente, se ponía a
sermonear, dando moralinas por la
situación que fuera, yo lo miraba serio, por sobre los anteojos, como
preguntándole: “¿qué estás haciendo?”
Entonces él,
continuando con su discurso, sin volver a mirarme, incluía la frase que yo ya
conocía de memoria: “Entonces, como no puedo dar buenos ejemplos, me conformo
con dar buenos consejos”.
10 comentarios:
Curti bastante!
Curti bastante o post
Obrigado Another!
Abraço!
Oi Marco, obrigado por passar e deixar seu comentário.
Beijos!
muy buena anècdota
Gracias Juampi!
Un gusto tenerte por acá.
Abrazo!
Veo que te has destapado con las anécdotas, para regocijo de los que te seguimos, esperamos más!!!
Sergio
Gracias Sergio!
Tengo algunas más ya escritas y otras madurando para volverse texto.
Gracias por pasar siempre.
Abrazo!
hola, muy divertida tu anecdota, asi somos los seres humanos contradictorios jeje, muy buen blog, un saludo
Gracias Gorzila!
Y sí, así somos...
Abrazo!
Publicar un comentario