martes, 8 de diciembre de 2009

Los que la muestran

No es la primera vez que leyendo el blog de Xtian (putoyaparte.com) recuerdo cosas que me sucedieron y que estaban durmiendo en el fondo de mi memoria, sin ser consideradas como recuerdos válidos. Hasta me tienta la idea de formular algún tipo de axioma inútil: Todos hemos vivido cosas similares.
En el final de uno de sus posts uno de los personajes le pide a otro que le muestre el llavero, y en realidad le pedía que le muestre la pija. Y los personajes no eran gays. Al menos en apariencia, no explícitamente.
Cuando conocí el mundo de Osos, otra de las primeras afirmaciones que me golpeó fue: “entre nosotros el problema es la pija”. Para mí no lo era y me dejó pensando.
Pero volvamos a los recuerdos. Cuando comenzaba yo el secundario, en segundo año, se sumó al curso un nuevo compañero que repetía y era de otra escuela. En uno de esos viajes que organizan los maestros para pasar el día fuera del establecimiento educativo, este chico se dedicó a sacar de sus pantalón la pija y mostrarla a todos los que quisieran verla. Claro que en los años de adolescencia (y del proceso) nadie se asumía homosexual. De modo que podríamos decir que esta era una práctica heterosexual.
Luego ingresé al seminario para ser cura. Y allí también tenía un compañero exhibicionista. Estaba todo el tiempo tocándose y cuando había oportunidad, la sacaba para que el resto la vea. Allí, aunque estaba lleno de homosexuales, nadie lo era. Bueno, en teoría.
Pasaron los años y comencé a trabajar en un canal de cable. Durante algunos años fui conductor del noticiero. Uno de los camarógrafos, casado con mujer, cuando estábamos al aire, en vivo, presentando las noticias, desde su lugar detrás de las cámaras, sacaba el miembro y lo sacudía –presumo- para que nos tentáramos y no pudiéramos seguir hablando. Algunas veces lo consiguió.
Lo que pienso sobre esto, no lo puedo expresar mejor que Xtian. Esto respondía él a uno de los comentarios que dejaron al post: “A muchos hombres (heteros) les gustan las pijas grandes. No sólo a los hombres gays. En serio. Es por eso que un tipo horrendo como Ron Jeremy, con una pija gigante, se hizo millonario protagonizando películas porno (que compran mayormente hombres heterosexuales, no mujeres). Y es por eso también que las travestis con pijas grandes tienen tanto éxito, también, en el mercado. Esas travestis son pagadas por hombres heterosexuales. Y no, yo no soy de los que cree que si a un tipo le gusta una pija, eso lo hace automáticamente gay. Gay es alguien al que le gusta un hombre completo, no una pija de vez en cuando. A los hombres heterosexuales les gusta la pija (en general la propia) y también la de otros, aunque la cultura les dice que no debería gustarles.
En ese sentido, no conozco UN SOLO caso de un tipo que haya empezado teniendo sexo con travestis y luego se haya asumido gay y haya pasado a tener sexo con hombres. Eso es porque cuando un tipo hetero se coje (o es cojido por) una travesti, se está cojiendo algo que se siente y se percibe, piel a piel, como mina, pero que viene con pija de bonus. Un combo atrayente, digamos.
Ojo, no me manden a la hoguera, que tampoco soy tan cuadrado. No digo que a TODOS los hombres heteros les guste la pija (grande). Pero sí a muchos más de lo que lo admitirían. Y no lo admiten porque todo el mundo (empezando por la novia y siguiendo por los hombres gays y siguiendo por las feministas) dirían que es un reprimido o un mentiroso o un hipócrita. Y no es, en general, así, es simplemente un hombre al que te gusta, y sabe apreciar, la belleza de una pija grande.”

sábado, 5 de diciembre de 2009

De todo como en botica

Muchas veces, en diversos reportajes, tanto para la prensa como para el ámbito académico, me preguntaron por la conformación del tejido social de Osos. Y recurrentemente respondo: hay de todo, como en botica. Y es que es así. Nuestro espacio de encuentro es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Y, al menos en Argentina, el mundo de Osos ofrece un catálogo lo suficientemente amplio como para poder afirmar sin temor “que hay de todo”.
Se pueden encontrar hombres que trabajan en relación de dependencia, autónomos, docentes, profesionales, estatales, empresarios y desocupados. Los que desde muy chicos se fueron de sus casas al asumir su homosexualidad y los que siguen viviendo con sus familias a los sesenta sin animarse a admitir su condición. Los que viven en pareja, los que viven solos y los que con casi cuarenta años siguen dependiendo de sus padres. Personas que no creen en nada y catequistas de misa dominical. Librepensadores, intelectuales, políticamente incorrectos y de los otros. Están los que tienen su corazón en la izquierda política, los que arrastran una herencia de derecha y los que no entienden nada. Los comprometidos y los abúlicos. Los que quieren controlar todo y los que solo quieren divertirse. Y así podríamos seguir la tarde entera.
Pero también están los que bajo una imagen de aparente normalidad esconden aspectos que, si no fueran tan graciosos, darían miedo.
Una de las primeras cosas que me golpeó cuando recién llegaba al mundo de Osos fue la afirmación de uno de mis recientes conocidos que me dijo: “tenés que estar atento, porque acá somos “todas viajadas y leídas””. En ese momento me sonó un poco fuerte, pero al tiempo entendí que era absolutamente cierta la sentencia.
Y no es que estemos todos para el psiquiátrico, pero hay personajes que nos dejan dudando.
Gente que usurpa títulos (se acuerdan del “dígame doctor”), los que se construyen imaginarias familias importantes, los que ostentan profesiones de las más variadas de las que no tienen la más mínima idea. Pero todos no dejan de ser parte de la fauna de un sector de la sociedad que, como cualquier otro, tiene sus ejemplares exóticos.
Lo que sí es más delicado es la presencia de los que no muestran mucho equilibrio al momento de relacionarse. Y, como en las mejores familias, también circulan por nuestro medio.
Contaba yo que Javier, en su primera fiesta de Osos, se fue acompañado. Se fue con Andrés, a quien con el tiempo todos llamaríamos “el loco”. Un tiempo después, Javier contaba que la llegada de Andrés a su vida le trajo muchos cambios, unos buenos y otros ya les cuento.
Javier, a partir de su nueva relación, decidió ir a vivir fuera de la casa familiar, compartiendo un alquiler con un primo. Andrés, que vivía bastante lejos, se fue quedando de a poco a vivir en la nueva casa de Javier, al menos durante la semana. En esos meses Andrés le contó a Javier que antes había estado saliendo con un miembro del club y que lo había dejado por él. Ésta era la excusa que le ponía a Javier cada vez que éste quería ir a alguna actividad de Osos. “No puedo,” le decía Andrés,” es que como yo dejé a Manuel por vos, hay varios miembros de Osos que me juraron que si aparezco por allí me van a trompear”. Javier quiso saber quiénes harían tal cosa. Andrés respondió: “Manuel, Aldo y Franco, entre otros.”
El Franco en cuestión no era otro que yo, que, hasta entonces, no tenía noticias de la existencia de este tal Andrés. Lo que sucedía es que Andrés no había terminado con Manuel y los fines de semana –en que le decía a Javier que iba a visitar a su familia- los pasaban con Manuel, por ende, no podía ir a las actividades de Osos con Javier, porque allí estaría Manuel.
Finalmente el noviazgo de Javier y Andrés terminó casi al mismo tiempo que el noviazgo de Andrés y Manuel. Javier volvió a las fiestas de Osos. Una noche de domingo me acerco a conversar con él y, cuando le digo mi nombre, empalidece y me pregunta: “¿me vas a pegar?” En ese momento no entendía nada. “Te conozco hace cinco minutos, ¿por qué te pegaría?” Y me contó la historia del loco Andrés.
Andrés no se tomó bien la ruptura. En un día podía llamar por teléfono a Javier hasta diez veces y enviarle muchos más mensajes de texto pidiéndole que retomen el vínculo. Javier siempre se negó. Varios años después Andrés sigue insistiendo.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Junto al fuego

Una tarde de domingo, de esas en que se puede hablar de cualquier cosa porque el tiempo no tiene ninguna prisa, nos preguntábamos con Raul en que tiempo nos hubiera gustado vivir si hubiéramos podido elegir. Ninguno de los dos prefirió el tiempo que nos tocó vivir. Y los dos coincidimos en que nos hubiera gustado nacer cerca del fin del siglo XIX. Si alguien pudiera seguir nuestras conversaciones cotidianas, seguramente se preguntaría por la obsesión de traer permanentemente el pasado a la charla.
Esta tarde, en el prólogo de un libro de Haroldo Conti, leía que “la memoria es más que un homenaje, más que una celebración, más que una salvación… recordar es más que recordar”. Con Raul recordamos de esa manera.
Ayer, al regresar de visitar a su madre –de 84 accidentados años- Raul pasó por el video y trajo algunas películas. Me ofreció que elija la primera que veríamos. De todas me llamó la atención ”La culpa la tiene Fidel”(2006), de la realizadora francesa Julie Gavras (hija del genial Costa-Gavras, el de Estado de sitio, Z, y tantas otras). No me equivoqué. La película está muy bien. Aunque el planteo en un punto se parece al de Kamchatka, de Marcelo Piñeyro, de 2002: La mirada de un niño/a hacia un mundo politizado y complicado. Pero la década del setenta, Allende en Chile, el recuerdo del tan cercano mayo francés crearon una atmósfera en la que, con Raul, siempre nos sentimos a gusto y la charla se prolongó en los detalles en el modo en que cada uno de nosotros vivió aquellos años, él en Brasil, yo en Argentina.
Más tarde Raul eligió la segunda. “Hace tanto tiempo que te amo”, otra francesa, de Philippe Claudel. Un drama con ribetes policiales, donde todo el tiempo parece que va a suceder un improbable asesinato. Las protagonistas, dos hermanas, en un momento del relato van a pasar el fin de semana con amigos a una casa en las afueras de la ciudad en que viven. Luego de compartir juegos, charlas, lecturas, comidas, etc., se reúnen al atardecer junto a una fogata en el parque de la casa. En el preciso momento en que vi el plano en que uno de los intérpretes con su guitarra está cantando junto al fuego me fui con el pensamiento a años pasados y Raul dijo: “Era así en Luján, no?” Se ve que tantas veces le relaté aquel tiempo, que de solo ver un plano, los dos coincidimos en el mismo recuerdo, aunque él nunca estuvo en una de esos momentos. Y la respuesta fue: sí, así era, o al menos así es el recuerdo que tengo.
Yo creo que él piensa que yo añoro esos años. Fueron buenos. Pero no cambio mi presente con él por ningún perfecto atardecer junto al fuego cantando con amigos de los años en que él no estaba.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Fernet con cola

Javier tiene treinta y un años. Sabe que le gustan los hombres desde su adolescencia, cuando siendo miembro del grupo parroquial, se sentía profundamente atraído por el cura Pablo, que hacía todo lo posible para ser compinche de los jóvenes del grupo (hasta fumaba porro con ellos).
En el grupo parroquial había chicos y chicas, y Javier se puso de novio con una de las chicas del grupo, posiblemente porque todos lo hacían, para no desentonar. O tal vez para demostrarse que podía ser objeto de deseo para alguien. Es que desde pequeño, Javier vive con un sobrepeso importante. En la secundaria llegó a pesar ciento cincuenta quilos.
Fue durante esos años de baja auto estima que el padre Pablo se fue acercando a Javier. Hasta que una siesta de otoño, de esas en que el tiempo es cómplice, Javier y el padre Pablo tuvieron su primer encuentro carnal. Javier no estaba muy tranquilo, sabía que lo que estaba pasando no estaba bien visto en el medio en que se movía, pero los hombres calvos lo podían y el padre Pablo completaba todas sus fantasías.
Como parte de la tarea del grupo de jóvenes, Javier visitaba un centro de rehabilitación. Allí conoció a Jerónimo. Primero fue el acompañante terapéutico, luego fueron amantes. Jerónimo que se incorporó al grupo de amigos de Javier, se puso de novio con otra de las chicas del grupo. Salían los cuatro juntos, Javier y Jerónimo con sus novias. Como eran del grupo parroquial no había sexo con ellas. Cuando las dejaban en sus respectivos domicilios, ellos pasaban el resto de la noche juntos.
Después de muchos años de noviazgo, Javier terminó con su chica. No porque se hubiera terminado el amor. Es que ya no podía aparentar más. También terminó con Jerónimo, que a su vez había roto con su novia.
Fue entonces que Javier, de un metro sesenta y seis y ciento cuarenta quilos, escuchó hablar de los Osos. En el grupo parroquial había conocido a Rolo. Rolo era delgado, algunos años mayor que Javier, calvo y muy peludo. A Javier le gustaba Rolo, pero nunca se animó a decírselo porque pensaba que Rolo lo rechazaría. Una noche, Rolo le confesó a Javier que era gay. Javier, aliviado, le contó lo suyo (evitó la parte en que tenía sexo con el cura). Rolo le dijo que había escuchado de unas fiestas, de un club, donde los gorditos tenían un lugar preferencial. Javier escuchó con atención. Aceptó la propuesta de ir juntos un sábado por la noche a una de las fiestas anunciadas y esperó impaciente el día.
Llegaron puntuales al lugar. Pero Javier y Rolo, antes de entrar, se sintieron inseguros. Javier repetía, no me van a dejar entrar, soy demasiado gordo, me van a poner cualquier excusa y no me van a dejar entrar. Rolo, que estaba algo más decidido a entrar y quería que su amigo lo acompañe, le propuso, vamos al bar de la esquina, nos temamos un fernet con cola para darnos ánimo y entramos.
Entraron, Javier no solo descubrió un nuevo mundo para él, sino que esa misma noche se fue acompañado. Pero esa es otra historia.

martes, 20 de octubre de 2009

La cotidianidad de tus putitos

- No Nene, no me doy cuenta quién es.
- Mi amiga, la que me insistía que tenía que escribir mis anécdotas. Te la nombré un montón de veces.
- Ah! La que te decía que siempre eras primer violín de orquesta, siempre llamando la atención.
- No, esa es Alejandra. Ella también me alentó a escribir. Pero cuando le pasé el libro me dijo que la había entristecido un montón leer por todo lo que me había tocado pasar. Pero no. No es Ale. La Tere es la que me decía, cuando yo me deliraba mucho en pormenores al contar una anécdota, “dejá los detalles, andá al nudo de la historia, a lo jugoso”.
- Sí, ahora me acuerdo. Y ella fue la te dijo eso. ¡Qué guacha!
- Yo le había pasado unos textos y al leerlos me dice que le gusta como estoy escribiendo, y que se había cagado de risa con la cotidianidad de la acción de mis putitos. Sí, es guacha. Y la quiero también por eso. Pero lo que me llamó la atención es como cada uno ve algo diferente. Yo escribí mis historias pensando que podrían ser divertidas y a Ale la entristecieron. Los textos donde trato de dejar comentarios de situaciones problemáticas o lo que sea, a la Tere le dan risa.
- Y sí Nene. Es como esa frase que usás vos todo el tiempo. Mirá ya me la aprendí: todo se recibe con la forma del recipiente.
- Guau. No me cites, que me la creo.
- No bolas, la frase cae justo. Y no es tuya.
- Cierto. Yo la robé de un profesor del seminario. Je.
- Te cambio de tema. No me contaste nada de Córdoba. ¿Cómo les fue?
- Muy bien. Raul estaba muy entusiasmado. Yo ya estoy un poco aburrido, hace años que vamos y hacemos más o menos lo mismo cada año. Fuimos unos cuantos. Y ahora que me preguntás, sí, hubo algo diferente. Hablando de lo que cada uno ve. Cuando llegamos al hotel, a eso de las ocho de la mañana, los micros estacionaron en la verada de enfrente. Imaginate ochenta putos, la mayoría gordos, bajando de los micros con bolsos enormes y algunos con unas valijas que parecía que en vez de tres días, iban a pasar un mes en Córdoba, cruzando la calle, enfilando para el hotel. En el lobby del hotel nos esperaban el Marce y el Koala, dos socios del club que son de ahí. Yo no me di cuenta, pero Raul me dice que era muy gracioso ver como todos pasábamos en fila y saludábamos con un beso a cada uno de los que nos recibían. Muchos con besos en la mejilla y otros con piquitos.
- ¿Qué tiene de raro?
- Esperá ansioso. Era la hora del desayuno y ese hotel tiene el lobby integrado al desayunador. El lugar estaba lleno. Había, entre otros, como veinte tipos altos y flacos, en ropa deportiva, un equipo de básquet o vóley, seguro. Yo ni me di cuenta, vos sabés, si no son gordos imponentes es igual que si fueran invisibles. La cosa es que Raul me dice que la cara de todos, pero en particular de estos deportistas que estaban ahí, era de no poder salir de su asombro. Con el maxilar inferior por el piso y los ojos como dos huevos fritos. Nosotros –al menos yo-ni los registramos, pero ellos sí. Y es evidente que les resultamos llamativos porque no dejaban de mirarnos.
- Y eso que no los vieron comiendo.
- Nos vieron. La mañana que llegamos de la fiesta. Bajamos del micro a eso de las siete y en bandada avanzamos sobre el desayuno. Ahí eran los empleados los que no salían de su asombro.
- Me imagino. ¿Vas a ir a la fiesta?
- ¿La del aniversario?
- Sí.
- Seguro.
- Yo no sé.
- Dale, va a estar buena.
- Dejámelo pensar. Bueno Nene, me voy a dormir. Mañana te llamo. ¿Vamos al cine?
- Dale. Espero tu llamado. Beso.

sábado, 10 de octubre de 2009

Salir o no salir del closet

- Es un mago con las palabras. Cuando te cuenta algo, lo que sea, una película, un libro, una salida de viernes por la noche, un recital, te pinta un abanico de imágenes que te abre la cabeza de manera que te deja a punto de volar. Si no, leete lo que escribió de la última de Almodóvar en la SOY, aunque no la firme, es fácil ver que es de él.
- Sí, leí algo que me pasaste de él. Y coincido. La SOY todavía no la leí. ¿Entonces en qué punto no estás de acuerdo con él?
- Él sostiene que no existe la obligación de salir del closet. Que cada uno puede hacer lo que quiera, y en eso estoy de acuerdo. Cada uno hace lo que quiere o lo que puede, no? Pero hay una cierta solidaridad que creo que podemos ejercer y que no hacerlo nos deja como en falta.
- No concuerdo. Yo nunca lo hablé ni con mis viejos ni en el laburo y no me hace sentir en falta para nada. Además Nene, vos sos un poco un extremo. Parece que tuvieras una necesidad imperiosa de desparramarte ante los ojos de todos sin reservarte nada. Ahí coincido con tu amigo Diego. No tenemos la obligación de salir a decir que somos putos a los cuatro vientos.
- Te lo respeto, pero no lo comparto. Pienso en los miles de personas que se mueren de tristeza por no poder ponerle nombre a lo que sienten, por no poder hablar con nadie de lo que les pasa, por no poder concretar sus fantasías de amar y ser amados de la manera que les plazca porque seguimos estando estigmatizados en la sociedad, incluidas las más abiertas y mas gay friendly. Cada vez que salgo en una nota, pienso en que le llegará a alguien que se puede identificar y darle una mínima esperanza de que puede ser feliz. Y en realidad pienso en mí, que hasta los cuarenta era uno de los que sufrían en silencio.
- Lo tuyo parece una especie de cruzada.
- ¿Y si lo fuera?
- Bueno, no te rayes, era un comentario. Dale, terminá de contarme la película, que te desviaste con lo de tu amigo y no terminaste.
- Como te dije, casi toda la peli es un bajón. El pibe no se anima a hablar con sus padres porque un primo, que era gay, se lo contó a los padres y lo echaron de la casa y se murió. Y él no quería dejar de ver a los padres. Un poco lo de siempre. Pero los padres se enteran igual, y al final se puso complaciente y casi que el desenlace es más rosa que floricienta.
- ¿Cómo se llama?
- ¿Qué? ¿Para no verla?
- No bolas. Me interesa.
- Una cuestión de amor, francesa. Pero insisto, si no lo decimos, nunca vamos a dejar de ser invisibles. Y no nos da derecho a reclamar nada. ¿Vos la casa la compraste a medias con tu gordo?
- ¿Sí?
- ¿Y qué pasa si uno de los dos muere?
- Nene, mirá las cosas que pensás.
- De lo único que estamos seguros en esta vida, es que vamos a morirnos.
- Tenés razón. Hicimos un documento, como una sociedad de hecho.
- Un subterfugio. Un ocultamiento más. Si la ley nos permitiera casarnos como cualquier hijo de vecino, no necesitarías reaseguros. Y la única manera de que las leyes avancen es visibilizándonos. Porque el diez por ciento de la población no es poca cosa.
- ¿Seguís pensando que somos tantos?
- Sí. ¿Vos no?
- No sé.
- Yo creo que sí. Hoy, después de ver la peli, busqué el texto de Carlos Jáuregui, ¿te acordás?
- No. ¿Cuál?
- Esperá. Lo tengo acá en la compu. Dice: “tenemos que decirlo: nosotros no creemos que los gays y las lesbianas tengamos un derecho a callar que somos gays y lesbianas.” Fuerte.
- Sí. Pero igual yo no pienso decírselo a mis viejos, ni blanquearlo en el laburo.
- Está bien, es tu derecho…
- No seas guacho.
- Soy. ¡Qué loco! Dije soy otra vez. En la última SOY como respuesta a un mail de un pibe de 18 años que no sabe cómo salir del closet, llegaron una pila de mails de chicos a los que les pasa algo parecido, de gente que propone, al menos, encontrarse todos en un lugar. Bueno, eso es lo que trato de hacer cada vez que accedo a dar una nota. Que otros sepan que existen espacios para personas como nosotros.
- Bueno Nene, te dejo. Está un poco denso hoy. Después te llamo.
- Ok, besos, para vos y el gordo.
- Otros para ustedes.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Soy lo que soy.

- Hola Sergio.
- Hola Nene, ¿qué contás?
- Todo bien. Hoy cumple años Raul, y vamos a festejar.
- Me imagino. Mandale besos. Igual yo ya le mandé mail y el finde nos vemos.
- Sí. Vos, ¿todo bien?
- Sí. Lo de siempre. De casa al trabajo y del trabajo a casa. Vos viste que soy casero.
- Sí, sé. ¿Sabés? Me quedé pensando algo que hablamos el otro día.
- ¿Qué?
- Yo te contaba del gordo que veo hace varios años y que no se reconoce ni homosexual, ni bisexual. Y vos me dijiste. “Si se calienta con otro tipo, es. Lo que quiera llamarlo, pero es.” O algo así, ¿no?
- Sí, más o menos eso. ¿O no?
- Sí. Solo que me quedé pensando en la necesidad que tenemos de poner nombres. Yo creo que hay tantas sexualidades como personas en el mundo. Y cada uno hace lo que puede.
- Sí Nene. Pero el tipo debe sufrir bastante. Le gustan los hombres y ni siquiera se anima a ponerle nombre. Por más que esté casado con hijos, y que en apariencia sea uno más, el tipo es diferente y debe sufrir bastante.
- Un día me contó que después que está con un hombre, le queda como una culpa. Pero cuando pasan unos días, como que se olvida y ya empieza a intentar tener otro encuentro. Muchas veces me quedo pensando en la cantidad de personas que deben sufrir en soledad no poder ser lo que sienten. Éste lo maneja de alguna manera, no se anima ni a nombrarse pero en la práctica concreta con mujeres y hombres y lo sobrelleva.
- Estás un poco retórico, ¿en qué andás?
- Estamos haciendo el discurso de Osos para leer en el escenario de la marcha, y estoy buscando por dónde arrancar, y esta situación de personas que no pueden ser lo que son, y todos los rótulos y las auto discriminaciones y las banderas, qué se yo. Estoy leyendo unos textos re viejos, de 1928 y me están partiendo la cabeza.
- Textos, ¿de quién?
- De América Scarfó, la compañera de Severino Di Giovanni, el anarquista, ¿te acordás?
- Claro, el que fusiló el estado argentino.
- Bueno, la mina, hace ochenta años decía que, te leo: “Tenemos que actuar, en todos los momentos de la vida, de acuerdo a nuestro modo de ver y de pensar, de manera que los reproches o las críticas de otra gente encuentren a nuestra individualidad protegida por los más sanos conceptos de responsabilidad y libertad en una muralla sólida que haga fracasar a esos ataques. Por eso debemos ser consecuentes con nuestras ideas... Soy una joven estudiante que cree en la vida nueva. Creo que, gracias a nuestra libre acción, individual o colectiva, podremos llegar a un futuro de amor, de fraternidad y de igualdad. Deseo para todos lo que deseo para mí: la libertad de actuar, de amar, de pensar. Es decir, deseo la anarquía para toda la humanidad. Creo que para alcanzarla debemos hacer la revolución social. Pero también soy de la opinión que para llegar a esa revolución es necesario liberarse de toda clase de prejuicios, convencionalismos, falsedades morales y códigos absurdos. Y, en espera de que estalle la gran revolución, debemos cumplir esa obra en todas las acciones de nuestra existencia. Para que esa revolución llegue, por otra parte, no hay que contentarse con esperar sino que se hace necesaria nuestra acción cotidiana. Allí donde sea posible, debemos interpretar el punto de vista anarquista y, consecuentemente, humano. En el amor, por ejemplo, no aguardaremos la revolución. Y nos uniremos libremente, despreciando los prejuicios, las barreras, las innumerables mentiras que se nos oponen como obstáculos.”
- Muy lindo, pero si yo le propongo a mi gordo que, ¿cómo decía la mina? “Nos unamos libremente”, el gordo hace el bolso y me deja uniéndome libremente con quien quiera, pero él se va.
- Entiendo.
- Además, yo no sé si me bancaría una relación así. Tengo muy internalizado el modelo monógamo.
- Veo. Bueno. Te dejo. Hablamos.
- Dale. Un beso.
- Cuidate.

viernes, 2 de octubre de 2009

En Río.

- Hola Raul.
- Hola Fabio, él es Franco.
- Hola Franco, tu casa es mi casa – dijo Fabio en perfecto castellano. Llegué a esa cena de
viernes por la noche con poca información. Raul me había contado que Fabio, comisario de policía, y Paulinho, chef, eran pareja desde hacía once años. Que los había conocido en circunstancias de lo más particulares. Raul tiene un amigo argentino, José María, a quien conoció en un sauna de Río de Janeiro. José María tenía una pariente, Inés, que debía embarcar una cantidad impresionante de pertenencias de otro pariente, José Martí, que había sido secretario de Evita, y que por su pasado peronista y su homosexualidad se había exiliado en Río. Ya viejo y solo, José Martí regresaba a Buenos Aires y allí entraba en escena Raul, empleado del aeropuerto de Río, para facilitar el traslado de tanto trasto viejo. Fabio, amigo de toda la vida de José Martí, estaba allí para ayudar con la diligencia. Raul se hizo amigo de Fabio y Paulinho allí, y nos habían invitado a cenar en su casa, sabiendo que yo estaba en Río desde hacía poco. Cuando estábamos entrando al edificio donde Fabio y Paulinho viven, Raul me informa,
- Este es el último edificio de departamentos que Oscar Niemeyer diseñó en Río. Él amaba
mezclar en un mismo edificio departamentos de un ambiente, con semipisos de lujo. – Yo sabía que éste Niemeyer era quien había cristalizado en Brasil las ideas de Le Corbusier, y que había estado con Luis Carlos Prestes en el Partido Comunista de Brasil allá lejos y hace tiempo y es una especie de héroe nacional con sus más de cien años.
Río de Janeiro, un comisario, Evita, Niemeyer, Le Corbusier, la arquitectura, Luis Carlos Prestes…
- Adelante Franco. – dijo Fabio invitándome a entrar en el living comedor de un
departamento que yo miraba más para ver como diseñaba Niemeyer, que para ver cómo vivían dos gays mayores de Río. Un sillón Bauhaus -un wassily, que recibiera su nombre en homenaje a Kandinsky-, paredes con estantes con libros hasta el techo, mientras sonaba Chico Buarque; en el revistero, la Caros Amigos, la mejor revista libre pensadora que ya he leído. Me dejé llevar hasta el ventanal que, ya me había adelantado Raul, tenía una vista que era un escándalo de linda. La luna sobre la bahía de Guanabara. -Aquella es la Iglesia de Gloria, y aquél el Museo de Arte Moderno, enfrente la plaza París…
- Y aquella la marina de Gloria – dije sin aguantar más la clase de geografía Carioca.
- Eso – dijo Fabio, no sin cierto asombro. – ¿Qué toman?
- Gaseosa – respondió Raul.
- Vos gin tonic – dijo Fabio mirando a Paulinho – y yo whisky.
- Whisky está bien – dije. Durante el tiempo de las bebidas y los petiscos la charla tomó
diversos rumbos. Fabio dejó entrever su amor por Buenos Aires, el tango, Borges, Susana Rinaldi, Cortázar, el vino argentino. La charla continuó tranquila, suavizada por la música y el alcohol.
Bauhaus, la bahía de Guanabara, Chico Buarque, Buenos Aires, Borges, Susana Rinaldi, Cortázar…
Paulinho demostró ser un excelente cocinero y un mejor anfitrión. La pasta al dente, como buen descendiente de italianos, conteniendo todo el tiempo a Fabio y sus excesos. Mirándolos se veía como se habían mimetizado con el tiempo. El falso rubio de la tintura de Paulinho no engañaba, se parecían en los gestos, la ternura. El clima distendió dejaba salir lo loquita que todos tenemos dentro, hasta que Paulinho lo nominó en femenino a Fabio, y, con gesto serio, éste lo corrigió. Pensé que afloraría el comisario. Pero no. Fabio se levantó y cambió la música. Inti illimani no era música de gente conservadora. Cantaron a dúo una tierna canción de amor de Patrico Mans, que nombraba un “amor equivocado”. Siguieron Zé Renato, Tita Merello mientras la charla nos llevaba por saunas y teteras. Hasta que Serrat, cantando a Antonio Machado, me dejó llorando: al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Y hablamos de religión y teatro y Gardel y Carmen Miranda.
Inti Illimani, Patricio Mans, Zé Renato, Tita Merello, Serrat, Antonio Machado, Gardel, Carmen Miranda…
El vino –argentino- corría generoso. Y los viajes y ciudades y Río sede de las olimpíadas 2016. Entonces Raul comentó que el departamento era muy confortable.
- Lo que siempre quise es alejarme de la vida burguesa de mis padres – dijo Fabio. – Me gusta porque este edificio mezcla todas las clases sociales y en la vereda, cada noche, trabajan prostitutas y travestís – dijo Fabio y la charla nos llevó a los lugares gay de Buenos Aires y Río. El recuerdo de Diego y su descaro para encarar hombres por las calles de Buenos Aires y la anécdota de Roberto Rivas, el galán de los años cuarenta, avisándole a una loca que era mujer y los peluqueros de pueblo y sus culos que dan que hablar. Con el postre de maracuyá entraron en la charla los brownies de marihuana y el te de floripondio. Todos largamos una carcajada. El vino iba ganando la partida y Fabio proponía que nos quedemos a dormir, porque él quería irse a dormir. Y como en toda charla de vino, arrancamos otra vez y fue el tiempo de la pesca y Bioy Casares, Lisboa y Ernesto Sábato, Mendoza y las milongas, las fiestas de Osos y la Turma Ok, el mate y Susana Giménez, Discépolo y los saunas, como corolario cambalachesco de ese teorema indemostrable.
La luna iluminó toda la noche con magia.
Los nombres circularon, no por ruinas, por cimientos.

martes, 22 de septiembre de 2009

Ser o no ser

- Si con otro hombre te gusta ponerla o que te la ponga, o solo si te calienta estar con otro tipo, ya sos. Decile a ese hombre que se haga cargo.
- No sé si me interesa decirle. Ya lo conocí así, y no creo que cambie. Igual alguna cosa le dije.
- ¿Hace mucho lo conocés?
- Unos seis años.
- ¡Seis años! Y no pasa nada.
- No, digo sí, pasa, pasa. Cada vez que viene, pasa. Es un caso muy particular. Lo conocí en un chat gay, pero de una empresa de las comunes, no me acuerdo, creo que no existe más. El sitio, creo que era el sitio. El chabón estaba ahí pidiendo un encuentro ya. Le abro un privado y me dice lo que busca. Para mi estaba perfecto. Sin vueltas pedía que se lo cojan. Entonces le pregunté cómo era físicamente. Me preguntó si era importante. Le aclaré que para mí era decisivo. Se describió. Si te lo describo, te morís.
- Dale guacho, hablá. ¿cómo es?
- Aguantá. Lo que me describe me parece bien, y le digo que nos encontremos. Ahí, un tema. Me dice que a telos no va.
- ¡Uh! ¡Qué pelmazo!
- Sí. Pero como lo que me había descripto de él me interesaba, no le corté le rostro de una. No va a telos porque es casado. Y re perseguido.
- ¿No son demasiadas complicaciones?
- Pero no es el único, son muchos más de lo que te imaginás.
- Sí, lo sé. Pero trato de no engancharme con tipos tan complicados.
- Bueno, dejame que te cuente. Me arriesgué, y le dije que podía venir a casa. Era un sábado por la tarde temprano. Le pedí que nos encontremos en el bar de la esquina, para ver si lo que me había dicho no era verso. El tipo llegó puntual. Y era todo lo que había descripto. Bajo, de uno sesenta y cinco, no más. Pelo negro, lacio. Barba candado un poco canosa, Cincuenta años. Todo redondo por donde lo mires, panza perfecta, piernas gruesas, brazos gruesos, cara amplia, cuello macizo. Terminé el café y fuimos a casa. Me dijo que no tenía mucho tiempo, que le había inventado una historia a la esposa y que si podíamos concretar ya, mejor. Me sorprendió. Acepté. Me pidió pasar al baño. Cuando sale, ya estaba en bolas. Mientras yo me desvestía me preguntó si me gustaba que me la chupen. Asentí y ya en la cama se puso en cuatro y me dio una mamada de aquellas. Luego me pidió que lo coja, y procedí. De repente dijo que era tarde, se vistió y se fue.
- Qué aburrido! ¿Y cuándo te dijo que no era gay?
- Con el tiempo le fui conociendo las mañas. Y de a poco se fue quedando a charlar un poco. Y el tipo sostiene que no se siente homosexual. Que a él le gustan las mujeres y que con los hombres es solo sexo.
- Bueno. Te repito. Si le gusta el sexo con otro hombres es gay, homosexual, puto o como quiera llamarlo. Y si además le gustan las mujeres, es bisexual.
- Yo lo tengo claro. Él insiste que no. Dice que es hétero y que con los hombres solo sexo.
- Pobre. Debe tener un corso a contramano en la cabeza.
- Algo así.
- Bueno nene, te dejo. Llega mi gordo, y tengo que terminar la cena.
- Besos para tu gordo.
- Gracias.
- Ah, Sergio.
- ¿Sí?
- Quedamos para el domingo.
- Sí nene, los esperamos con el fuego prendido, besos a Raul.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Lo tuyo es puro teatro



Interior de vivienda. Un ambiente con una cama de dos plazas y un escritorio con una computadora. Un estante con libros, películas y música. Muchas plantas.

Él: ¿Qué hacés?
Yo: Escribo una obra de teatro.
Él: ¿De qué trata?
Yo: Sobre un tipo al que le piden que escriba un libro con sus anécdotas del tiempo en que estudió en un seminario y de su posterior vínculo con un club de Osos. El tipo escribe el libro, lo entrega y como el libro no se publica por la crisis económica mundial, se dedica a escribir, con forma de obra de teatro, su ansiedad.
Él: Estás contando otra vez lo que te pasa o te pasó, como en el libro.
Yo: Sí. Parece que no puedo hablar de otra cosa.
Él: No probaste con la ficción.
Yo: Probé, pero no me sale. Recuerdo un relato que tenía un título de lo más pretencioso “Trágico final para una historia apocalíptica”. Fue en la secundaria. El profesor me puso la nota por el título, me dijo, porque el relato era de lo más común. En realidad me había inspirado en un libro que había tenido que leer para inglés.
Él: ¿Y ahí desististe?
Yo: No. Escribí otros textos cortos, como cuentos. Pero nunca me convencían.
Él: Contame.
Yo: Uno era acerca de un hombre que camina por la calle y ve una pareja de ancianos. El protagonista, angustiado porque a sus cuarenta y tantos años no había logrado una relación estable, siente un poco de envidia de esa pareja que andan por los setenta y se los ve felices, caminando de la mano por la calle de un barrio de la ciudad. El protagonista imagina que se conocieron hace mucho, baraja varias hipótesis: que eran vecinos, de la casa contigua; o que hicieron juntos la escuela desde el jardín de infantes; o que se conocieron en un festejo del día de la primavera en el secundario; o que fueron compañeros de la universidad; hasta evaluó la posibilidad que hayan sido compañeros de militancia, en los años en que se militaba. El relato iba por ese lado. Y el protagonista, que va caminando unos pasos detrás de los ancianos, no resiste la tentación y les habla. Les cuenta de su admiración por verlos tan felices de la mano, y sin poder contenerse, les pregunta cuando se conocieron. El protagonista queda totalmente sorprendido. Ayer, en el club de jubilados, le responde el hombre, yo hacía más de diez años que me había divorciado de mi segunda esposa y ella, dolida por un engaño de juventud, nunca se casó. Hoy comenzamos nuestra luna de miel. Terminó el abuelo.
Él: Pesimista ¿no?
Yo: Creo que por eso no lo seguí. Y tengo otros.
Él: Está bien, mejor contame como se llama la obra: La ansiedad.
Yo: No, estaría bueno, pero ese nombre ya está usado. Todavía no tiene nombre.
Él: ¿Muchos personajes?
Yo: No, solo dos. Vos y yo.
Él: ¿Estás seguro que no querés volver a probar con la ficción?
Yo: No seas jodido. A mí me entusiasma.
Él: Bueno, espero que al menos no metas el programa de radio en el medio.
Yo: No se me había ocurrido, pero ahora que lo mencionás.


Telón.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Los Osos, según SOY-Página12


Viernes, 20 de junio de 2008
A/Z

Oso

Para diferenciarse del gay lampiño, flaco y eternamente joven que posa perenne en las tapas de revistas gay, se creó la identidad Oso (Bear), que establece una nueva sensibilidad desde la que se construyó una comunidad de afinidad gay y bisexual. La primera característica del oso es el pelo corporal y facial: barbas y bigotes más pechos, piernas y brazos peludos son vistos con excitación, aunque las melenas o el pelo largo no son rasgos positivamente eróticos (de hecho, los osos usan mayormente el pelo muy corto, rapado o son naturalmente pelados). Porque más que un fetiche o una parafilia sexual, como las descriptas por Von Krafft-Ebing, el pelo para un oso tiene que denotar masculinidad, ser intrínseco a una forma de ser varón propia de la cultura occidental. Otro rasgo fundamental del oso es la masa corporal: de los morrudos a los musculosos, de los gorditos a los obesos, el ojo y el tacto del juego erótico osuno tienen como blanco privilegiado a un cuerpo más bien excesivo, excedido, que muchas veces subraya cierta virilidad. Sin embargo, muchos clubes o asociaciones de osos incorporan a hombres que no cumplen con estas características, pero sí comparten o son atraídos por el espíritu viril propio de la comunidad (a muchos de ellos se los denomina “cazadores”).
Por un lado, hay algo del culto a la hipermasculinidad, similar al de la cultura leather, que acerca a la sensibilidad osuna a una forma poco dinámica de concebir a los géneros, y que no pocas veces redunda en misoginia, les o transfobia, machismo y otras formas reaccionarias que expresan algunos miembros de los grupos de osos. Pero también es cierto que el oso encarna un estilo de belleza diversa, propia incluso de clases sociales bajas o de culturas suburbanas, como bien destaca en sus libros el teórico osuno Les K. Wright. La sensibilidad de los osos tienen poca permeabilidad en la cultura masiva, tan diet en cuestión de peso; se sostiene gracias a un restringido pero constante circuito de producción y consumo tanto de signos de pertenencia tribal a través de banderas e íconos particulares, como revistas y películas pornográficas con estrellas propias como Jack Radcliffe.

martes, 8 de septiembre de 2009

De incógnito

Cuando hace menos de dos meses armé este blog, pensé que nadie entraría a visitarlo.
Tenía esa secreta esperanza.
Es que había armado otro, hacía como un año y medio, y ni diez personas habían entrado a ver de qué se trataba.
Con éste, solo quería darme ánimo en la espera.

Cuando escribí el libro, también tenía permanentemente la sensación que nadie lo leería (hecho que por el momento, no podré constatar).

Con este blog mi espectativa se vió superada.
Cientos de personas entraron a ver de qué iba, tiene seguidores, algunos comenatrios.
Qué puedo escribir?
Gracias.

Hasta pronto.

martes, 1 de septiembre de 2009

Dos fotos en un libro


Hace algunas semanas, a través de uno de los tantos perfiles que tengo en páginas de Osos, me contactaron dos fotógrafos argentinos, Osos ellos, para preguntarme si me interesaba participar en una sesión de fotos. Respondí que sí. Coordinamos día, hora y lugar. Cuando llegaron pregunté cuál era el destino de las fotos.
-Es para un libro de fotos de Osos que se está preparando en San Pablo, Brasil.- respondieron.
-Y contactaron otros voluntarios para ser modelos? - quise saber.
-Sí. Y tuvimos mejor respuesta en Brasil que en Argentina.
Mi tiempo disponible no era mucho esa tarde. Propuse que hiciéramos las fotos. Como no había habido mucho dato anterior al hecho, me vestí "de manual", jeans y camisa a cuadros, con el solo agregado de unos tiradores. El lugar en que nos encontramos no disponía de muchos ángulos, de modo que fuimos cambiando los muebles de lugar, para ambientar diversos espacios.
Luego de las primeras fotos -retratos, medio cuerpo, cuerpo entero- uno de ellos me propuso que desprenda el primer botón de la camisa, para que asome un poco más el pecho. Lo desprendí y les informé que no tenía problemas en seguir sus directivas para las siguientes fotos.
Así, camisa desprendida, solo con tiradores, sin tiradores, pantalón desprendido, solo boxer y al natural fue el previsible orden de las tomas.
-Ya habías posado alguna vez? - preguntó el más bonito de los dos.
-Sí. Una vez, a Max, uno de los socios del club, se le ocurrió hacer una invitación a una fiesta con una foto propia y fui el modelo (nota: la foto que ilustra este post es de esa sesión). Otra vez le pedí a un amigo fotógrafo, el Koala, que me hiciera algunas fotos para los perfiles, y es la que ustedes vieron. Por qué?
-Por nada. Mirás bien la cámara.
- Bueno, gracias.
Más de docientas fotos después dimos por terminada la tarea.
- Y para cuando está previsto el lanzamiento del libro? - pregunté.
-Para diciembre. Y algo que le decimos a todos los que colaboran es que, como mínimo, dos fotos de cada uno van a ser publicadas en el libro.
- Bueno, avisen cuando salga.
Los acompañé hasta la puerta y quedamos en volver a vernos.

sábado, 29 de agosto de 2009

Los libros y la crisis

A comienzos de este 2009 entregué el libro a la editorial, para su corrección, edición y publicación.
- Para julio va a estar en la calle - dijeron.
Pero se acercaba julio y no había ninguna fecha de lanzamiento.
- Por la crisis, - dijeron - pero antes de septiembre seguro está en la calle.
Cuando pasaron algunas semanas y no había novedad de la fecha de lanzamiento, volví a preguntar y la respuesta fue:
- Octubre. No pasa de octubre.
Hace un par de días la crisis internacional entró en la conversación con todas las letras.
- Está todo parado, - me anunciaron lacónicamente - pero en marzo sale seguro.
Mi papá decía que a Seguro, se lo llevaron preso.

Hasta pronto.

jueves, 6 de agosto de 2009

Puto famoso

Durante cuarenta años de mi vida viví en el closet, armario o como gusten llamarlo.
Pasé por el seminario, con el fin de ser cura, luego trabajé en medios de comunicación y siempre oculté una parte de mi, la otra no. Siempre ocupé espacios donde se me pudiera reconocer rápidamente, en mi paso por la iglesia o como periodista.
Un amigo de aquellos años, cuando vio mis fotos en mi nueva etapa en diversos medios gráficos hablando de mi pertenencia al club de Osos, me dijo:
- Antes eras famoso por un lado y puto por otro. Ahora sos un puto famoso.
Me causó mucha gracia y la anécdota está en el libro.

Pero hoy me trae otra cosa.
Leyendo el blog de Bruni Bimbi y su denuncia de una diputada nacional, me vino a la memoria mi dununcia hecha hace unos años al poder, no político, sino policial.
En esa oportunidad no me sirvió de nada ser un puto famoso.
La policiía federal, en una razzia como las de la época del proceso, pero hace tres años, vulneró todos nuestros derechos.
Como Bruno, salí a denunciarlo. El primero en ofrecerme un espacio fue Gabriel E. en su blog Mundo Gay. A los dos meses del episodio el diario Página 12 se interesó por el tema.
A la nota de Página 12 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/69093-22422-2006-06-27.html ,
le siguió un reportaje en Telenoche, de canal 13. Dos años después el diario Crítica de la Argentina reflotó el tema http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=4410.

Sin embargo la causa fue cerrada. La justicia argentina (así, en minúscula) concluyó que todo fue un equívoco. Que la policia federal se equivocó.

Me queda el buen sabor de quienes me alentaron y felicitaron por la denuncia.
Será justicia?

Hasta pronto.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Escribir

Durante años me sugirieron que escriba relatos contando anécdotas que había protagonizado a lo largo de mi vida. Aunque muchas veces lo intenté, siempre llegaba a la misma conclusión: no soy escritor.

Soy lector. Disfruto leyendo casi todo, especialmente aquellos escritores que pueden darle belleza a lo que escriben. Desde chico leo mucho, novela sobre todo. Hace algunos años llegué a esta nueva forma de literatura que son los blogs. Allí descubrí autores incríbles. Creo que fui afortunado. El primer blog que leí fue Putoyaparte, de Xtian, y de allí directo a Orsai, de Hernán Casciari. No podía comenzar mejor. Después leí muchas cosas, algunas muy buenas, otras no tanto, otras que no merecen comentario.

Pasados algunos años me proponen escribir, para darle formato de libro, mis experiencias de mis años en el seminario donde estudiaba para ser cura y mis historias desde que ingresé a un club de Osos, en Buenos Aires. Lo hice, y constaté que mi escritura está lejos de los escritores que admiro. Sin embargo, escribí. Y me sentí orgulloso.

Invencible Vulnavia, el blog de Diego Treretola, me vuelve a poner sobre la tierra. Cuando el libro esté disponible y circule, los lectores -si los hubiera- serán los que podrán dictaminar si valió la pena enfrentarse a un texto que se autonomina como un insulto revertido.



Hasta pronto.

jueves, 30 de julio de 2009

En la radio

La radio ha sido - y sigue siendo- una de mis pasiones.
Desde muy chico soy un ferviente oyente de radio.
Luego, pasados los 25 años, comencé a hacer radio en FM pequeñas.
Actualmente estoy en Argentina Gay Radio (www.agradio.com.ar), que emite por internet, haciendo, junto a otros amigos del club de Osos de Buenos Aires, el programa Doble Ancho, los sábados de 20 a 22 horas.
Por las mañanas, de lunes a viernes, esa emisora pone al aire Golpe de oído.
Allí estuve comentado la próxima salida de Gordo puto, amén. Motivado por las lamentables opiniones de la iglesia católica sobre la implementación de la Educación Sexual en las escuelas de Argentina.
En una de las listas de correo en las que participo, la nota generó diversos comentarios, copio uno que creo resume el tema:

Yo no creo que Aguer esté nervioso, sino que está estudiando el terreno. En ese sentido, creo que el resultado le debe haber resultado muy positivo, dado que salió en todos los diarios y en la tapa.
Yo no puedo analizar esto fuera del contexto político. Después de la derrota del oficialismo en las últimas elecciones, cada séctor social está mostrando sus dientes...y Aguer no es la excepción. La Iglesia muestra que quiere recuperar la dirección de la educación que perdió en 1984 y la influencia en las decisiones de estado que perdió en el 2001 (después de la caída de dos retrógrados como eran Menem y De la rua).
Yo leo este comunicado como un mensaje a los partidos de oposición que quieren llegar al poder en el 2011 (o antes, si pudieran). Lo que la Iglesia les dice es que su precio es la educación que en el reparto de la torta ellos quieren tener incidencia en la cuestión educativa.
No descarto tampoco que sea un mensaje al gobierno: diciéndole que si no quiere tener a la iglesia en contra, lo recuerde a la hora de promover la educación sexual.
En cualquiera de los dos casos se vienen tiempos difíciles en el tema de educación sexual.
Saludos
Quique.



Hasta pronto.

jueves, 23 de julio de 2009

El productor

Quien me impulsó a darle forma definitiva a la idea de contar en un libro algunas anécdotas de mi vida, desde la época en que pasé por el seminario, hasta el club de Osos de Buenos Aires, es Guillermo Otero.
En una entrevista reciente, él dijo:
"Pero los platos fuertes serán: Guillote, una autobiografía donde Guillermo Coppola contará “todo”, según asegura Otero. Y Gordo puto, amén, un libro donde Franco Pastura, integrante del movimiento Osos, que reúne gays de cuerpos fornidos, contará historias sexuales que vio y vivió en su pasado. La búsqueda de impacto es casi una necesidad constante en Guillermo Otero. Así como las placas rojas lo son para Crónica TV. "
Quienes quieran leer toda la entrevista pueden hacerlo aquí:
http://www.elargentino.com/nota-33247-Libros-al-paso.html
Algunas repercusiones de la entrevista, en:
http://www.oceano.com.ar/PrensaAmpliada.aspx?id=7
http://poucet-miraquienhabla.blogspot.com/2009/03/y-la-literatura.html
Y hasta alguien pegó el texto, en un blog, a modo de comentario:
http://vozdealejo.blogspot.com/2009/05/descanso.html

Hasta pronto,
Franco

domingo, 19 de julio de 2009

EL comienzo

Durante algún tiempo había tenido la idea de escribir un libro de anécdotas vivídas en diferentes momentos de mi vida. Y aunque varias veces había comenzado, nunca había avanzado lo suficiente como para poder hablar de algo concreto.
El idea comenzó a hacerse libro cuando Daniel, pareja de un amigo -Osvaldo- me dijo que conocía a un editor que estaba interesado en mi historia y quería saber si me interesaba escribir un libro.
Daniel le había hecho llegar los detalles de mi vida a Guillermo Otero, que desde hacía un tiempo se dedicaba a editar libros con historias poco convencionales. En nombre de Guillermo, Daniel me ofrecía poner en papel algunos momentos de mi vida.
Me interesó la propuesta, pero respondí que yo no era escritor.
De todos modos acepté concurrir a la entrevista y la situación se repitió como calcada. Guillermo me porponía escribir un libro y yo reiteraba que no era escritor.
La charla avanzó y, ante la mención de algunos detalles de mi pasado en la iglesia, como seminarista, y mi presente en una asociación de varones gay, Guillermo insistió.
Accedí a presentar un proyecto que sería evaluado por una editorial.
Pocas semanas después Guillermo me anunicaba que la editorial estaba interesada en el libro. Que escriba sin demoras ya que en breve firmaríamos contrato.
El contrato se firmó y el libro ya está en la editorial, en la etapa de corrección y edición.
En breve espero tener fecha de lanzamiento para poder anunciarlo.
Hasta pronto.

Bienvenidos!

Hola!

Bienvenidos a todos los que se lleguen hasta este blog.
Aquí iré contando acerca del libro que escribí con algunas
anécdotas y reflexiones y que lleva por nombre, precisamente,
Gordo puto, amén.

Hasta pronto.
Franco Pastura